viernes, 27 de septiembre de 2019

IDEOLOGÍA DEL ODIO NARRATIVA DE SUPREMACÍA SEXUAL


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(ideología del odio)

Odio, sentimiento que ha acompañado a la humanidad desde sus inicios, desde sus entrañas, desde siempre; partenaire en todos los tiempos que ha atravesado históricamente nuestra especie en su recorrido existencial. Registrada como intrínseca a nuestra naturaleza biológica, como parte irrefutable e irremediable de nuestra condición; disposición emocional que por su intensidad ha movido al mundo, llevándolo a los episodios más oscuros, decadentes y dolorosos.

Repulsión profunda a la inferioridad; jerárquicamente organizada, que por sus alcances, estructuración y resultados, desencadenan producciones culturales de una sociedad basada en la violencia, en el temor y la miseria, que circula y se fundamenta en torno a la ira, al rencor y a la venganza de los agentes que se piensan, mejores, los superiores.


Es duradero y permanente en la colectividad, ataviada de pesadas creencias de superioridad. Cuentos fantásticos de la fuerza nata, mentiras elaboradas de los seres menores, mitos rebuscados para la soluciones y pensamiento mágico de los deseos inmateriales; que pretenden narrar el génesis de la humanidad, su objetivo y su justificación de ser, racionalizados bajo una sola idea diádica de perfección e imperfección, que no admite contradicción alguna y absoluta. 

Desarrollándose dentro de una dinámica de reprobación constante, de humillación y denostación continua, de descalificación mezquina y de razonabilidad primaria. Anclada a los mutuos excluyentes, al reductivismo conceptual, al dogmatismo perverso; para reconocer así, a quien debe ser aprobada para considerarle valiosa, mediante el esfuerzo reafirmante de la pedagogía de la crueldad y erigiéndose como rectores del funcionamiento societal.

Lo que lleva a la elaboración compulsiva de un conjunto de reglas convivenciales intransigentes, ordenamientos normativos y procedimentales, tanto desiguales como injustos; resultantes en una serie de principios, valores o medidas, que perpetúan las creencias limitantes no comprobables, relacionadas entre sí y adoctrinadas en la superioridad relativa.

Así la ideología del odio, se basa en ese sistema de creencias cerradas supremacistas, racionalistas y distorsionadas cognitivamente; compartidas de forma colectiva en pequeños grupos básicos societales, varadas en el sentimiento más profundo e intenso de rechazo y aversión hacia las personas comprendidas como inferiores, o por todo aquello, que sensorialmente sea percibido como amenaza desubjetivada, que demeriten o pongan en riesgo su pureza.

Estas creencias, detonan acciones desadaptativas de forma violenta; provocando rechazo, discriminación y segregación que conllevan a quienes tienen esta ideología a estados emocionales insatisfactorios, delirantes y frustrados, debido a la fragilidad de su engañosa justificación en la sustentación de su pensamiento. Frente a la argumentación lógica, deductiva y científica, desestabilizando su marco referencial, relativamente estable solo entre ellos, donde se aferran la producción y creación de ideas de ese pensamiento absolutista; provocando el surgimiento premeditado y consciente del deseo gozoso de infringir daño, dolor, sufrimiento y aniquilación como medidas correctivas.


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(Fragmentación del odio)

El incremento potencializador de la ideología del odio, se encuentra en la fragmentación del pensamiento supremacista; el cual se considera como el marco estable edificador de la idea, marco cognitivo de pensamientos básicos sensoriales y extrasensoriales que se nutren de sofismas, prejuicios, ficciones, mentiras y creencias de origen mágico-religioso extremista. Diseccionadas en 3 grandes parcelas de creencias:
  1.    Étnicas y de origen: aquellas que dan como resultado la supremacía racial y de casta; 
  2.   De culto: aquellas que dan por asentado una sola filosofía de vida basadas o extraídas de la moralidad piadosa religiosa y/o de pensamiento mágico, la supremacía religiosa, y finalmente;
  3.   Sexual: basado en la heterosexualidad como norma naturalista de origen religioso, estableciendo los roles de cada género y su debido cumplimento; así como la edificación de la masculinidad frente a la feminidad en torno a la reproducción.
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(De la Supremacía Sexual)

Es necesario advertir también, varias premisas para comprender la dinámica del odio por cuestiones sexuales:

1º Que el pensamiento supremacista y su movimiento social, retoman cada una de las disecciones de manera alterna; una primero antes que la otra, pero todas se encuentran, íntimamente relacionadas ante la presentación de una de ellas, como punta de lanza para cada embestida, es decir, un estado de interrelación dinámica en donde una lleve a la concatenación de las otras.

2° Que este sistema de creencias; en este orden de ideas, no necesitan de una confirmación o comprobación de lo que se cree, sino que se replica tantas veces sea necesaria, hasta que se conforma como una verdad por aclamación; sin ser verdad, provocando paradojas de fondo que justificaran y respaldaran las acciones más perturbadoras de la humanidad.

3º Los patrones de conducta, refieren a una supuesta aceptación personal que no admiten cuestionamientos frente al grupo en un talante de soberbia compartida, el cual actúa de conformidad a un conjunto de creencias que son aceptadas voluntariamente por cada agente de manera individual, principalmente durante el proceso de conformación y fortalecimiento del clan; dichos patrones incrementaran su vileza según el nivel y grado de dominio cognitivo al incorporar los prejuicios personales integrándolas todas en un sumario ideológico, provenientes siempre de fuentes no fidedignas.

Estas  creencias personales originarias de forma individual, concurren en puntos compartidos  que se adaptan a una corriente de pensamiento común más completa, con la característica de que dicho pensamiento, es inamovible hasta que el líder lo cambia a su voluntad de forma unilateral a conveniencia de sus intereses personales.  

4º Del origen de la primogénita ideológica, que se erige frente a las demás por su orden de aparición supuestamente histórica, asumiendo su autenticidad fincada en una rancia y vieja ley mesiánica tradicionalista primera, legitimando su conservación por toda la vida de la humanidad.

5º La desubjetivación, utiliza la destrucción del sujeto a través de comprenderle como amenaza de imperfección o pureza, así como ser el origen del mal; esta malignidad será combatida desde afuera de la corporeidad específica; es decir, la supremacía sexual considera al homosexualismo (termino inexistente) como la fuente real que amenaza intangiblemente la pureza de la supremacía, la pervierte, la denosta, la considera “peor que una enfermedad o una peste”; así que lo que se combate es el homosexualismo, con la intensión de despojar al homosexual de su dignidad humana, observándole no como persona sino como "eso", su cuerpo ahora deja de serlo más y se convierte en una cosa.

Sin embargo, esto no es un mero proceso simple, sino que conlleva toda una cadena de denostación, humillación, sufrimiento, dolor y vejación para fragmentar la existencia buscando la deshumanización del cuerpo de las personas homosexuales, y solo así poderles contemplar como una cosa vacía, rota, inservible, incompleta, desechable; pudiéndole exterminar sin remordimiento alguno y legitimando su aniquilación como un objeto, atendiendo aquel adagio popular que dice: “matando al perro, se acabó la rabia”.

6º Concepto totalizador que determina la masculinidad y feminidad, así como sus debidas tareas; aquí no hay roles sino son tareas o deberes de cada sexo por su observación genital.

Ahora bien, la supremacía sexual se alimenta de las creencias de las otras dos (religiosa y raza-casta), solo que ahora lo hace cambiando el foco de atención; ya no en la raza, en el origen o en el culto religioso, sino que lo apunta hacia la heterosexualidad; que la nutre de una narrativa de creencias y argumentos seudocientífico, atados al destino manifiesto del acto sexual con fines meramente reproductivos, logrando generar un sistema opresor normativo e imperativo jerárquico a modo de su conveniencia, teniendo como cláusula pétrea: la única sexualidad verdadera de la casta pura.

El sistema o subsistema normativo heterosexual supremacista, conviene de la conformación de prejuicios, estereotipos y modelos conductuales pre establecidos y aferrados al éxito de la repetición consecutiva de los deberes (roles) determinados para cada sexo;  biologistamente comprendido, sensorialmente observado e identificados genitalmente, y que ante el terror del fracaso del patrón conductual esperado, se estigmatiza a quien no cumpla o se salga de la norma sexual, haciendo una clara diferenciación de su importancia en el modelo de funcionalidad para perpetuar la raza, ya que se piensa que son pocos el número de personas superiores y, se tiene la imperiosa necesidad de incrementarle.

La supremacía sexual alude a la lógica naturalista reproductiva y al surgimiento biologista de la mujer; extraída de la costilla del hombre, y por tanto, la razonabilidad que justifica la existencia de la mujer, quien obedece a un orden inferior jerárquicamente otorgado en la cadena de valores supremacistas; donde la mujer es una extensión de él mismo, ergo, de pertenencia como una cosa que tiene como objetivo principal el servirle. Servirle en todos los aspectos de su vida; incluida obviamente la sexual y reproductiva; en un ejercicio de sana sexualidad beata, y en donde todo lo demás que se salga de esta norma, es considerada detractora de la producción de la raza superior.


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(El odio como constitutivo de su identidad)

El odio es el elemento constitutivo de su identidad, el cual genera la cohesión del grupo, así como es la médula ósea de todas sus acciones. El odio les da sentido de pertenencia, sujeta con rigor y con firmeza sus creencias paranoicas y esquizoides, carentes de verdad; es la unión de la suma de sus rencores y frustraciones, al mismo tiempo, que les otorga la fuerza necesaria para respaldar todo aquello que sea necesario para imponer su ideología.

Sí bien el odio es su médula, su espina dorsal es la violencia, que provee la solidificación material al grupo, imponiendo el orden caótico desde etapas perenes de la persona; desarrollando la pedagogía de la crueldad, quien tiene por objetivo adiestrar en el miedo, terror, pánico y fobia la implantación de la ideología supremacista sexual.

Así pues, la supremacía sexual, erige a la heterosexualidad como normativa jerárquica, para lo cual, utiliza como mecanismo articulador del odio al machismo, proveyéndole el medio ideal para materializar el odio, le dota de fuerza dinámica, es decir, la ideología del odio supremacista sexual, utiliza al machismo como su falange de imposición.

El machismo como el activador o detonador de la violencia, establece el orden social de los hombres y de las mujeres, justifica la aplicación de la violencia y el nivel o grado necesario ante el desvió de la norma, para el debido cumplimiento y aplicación de los mandamientos jerárquicos sexuales, que finalmente generan la misógina, este es el punto de inflexión, donde convergen y que comparten las mujeres y las personas homosexuales, el odio por la salida o la fuga del machismo.

Por tanto, manejar la hipótesis de trabajo (y para nada descabellado pensar), que el incremento del odio a la mujer, está vinculado de alguna manera y muy probablemente, en relación proporcional directamente al odio hacía las personas homosexuales, es decir, que la misoginia sea directamente proporcional a la homofobia, y posiblemente los crímenes de odio homofóbicos tengan relación directa con el feminicidio.

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(La desintegración identitaria)

El frente de guerra de la ideología del odio apuesta por negar la existencia de las perturbaciones normativas, poniendo su objetivo en desdibujar e invisibilizar toda rastro material que evoque a la corporeidad de esas perturbaciones, buscando no ser nombradas correctamente o inventando hipótesis nulas, ya que lo que no es nombrado, no existe; esta guerra tiene 3 campos de batalla,

1. El conceptual. Donde se esgrime la verdad sustancial de la identidad, aquí es donde el razonamiento dicotómico toma fuerza, a través de su lógica simplista y reductivista de mutuos excluyentes: Sí no es hombre es mujer, sino es mujer es hombre, si es hombre realiza actividades de hombre y sí es mujer realiza actividades de mujer, el hombre penetra a la mujer mientras que la mujer es penetrada.

Ergo, una personal homosexual solo puede tener una de dos actividades, la de mujer o la del hombre, así como, dos posiciones sexuales excluyente, penetrar o ser penetrado. Este reductivismo dicotómico por ejemplo, encierra a las personas homosexuales en una estigmatización por estereotipos. Dictado por el machismo, de lo que ellos creen, o piensan que sucede en una relación homosexual y en sus actividades cotidianas.

2. Secuestro identitario. En el campo de la apropiación de conceptos, la ideología del odio sustrae, roba y plagia conceptos como:

a)    Heterofóbia. Que se usa en el pensamiento dicotómico de mutuos excluyentes, asumiendo la creencia de que la heterofóbia es inversamente proporcional a la homofóbia, tal y como sucede con el machismo frente al feminismo, según la ideología del odio; siendo estos disímbolamente erróneos. Así pues, la heterofóbia es un planteamiento de origen crítico, con variación de corrientes analíticas, entre ellas y a la cual me apego y trabajo en su constructo, como aquel pánico y/o terror a los heterosexuales, debido a la violencia infringida a las personas homosexuales, esta exposición vivida, prolongada y cotidiana del sufrimiento, incluso normalizada, es lo que genera el pánico; las burlas constantes y el acoso, las golpizas y la persecución hacen que una persona homosexual se encuentre física, mental y emocionalmente desgastadas, afectando su libre desarrollo de la personalidad.

      Impidiendo la convivencia con heterosexuales, es el grado máximo de auto-censura y auto-exclusión provocada por la exposición extrema a la crueldad; es un miedo petrificador, y por tanto estático, con fundamento en la experiencia pasada, no genera más violencia y menos homicida, sino que es un estado continuo de temor y sufrimiento para quien le padece. 

      Un ejemplo claro es el caminar rápido de gays en las calles, en las escuelas, en las oficinas, pensando que al hacerlo así no serán detectadas por los heterosexuales, lo cual no es cierto, es el miedo de pasar frente a un grupo de hombres, y en algunas ocasiones de mujeres, cuando generalmente se les grita, “puto”, “mampo”, “puñal”,“maricon” o “joto”, se les chifla e incluso se les intenta, o de plano se les toquetea sexualmente. Además, el extremo entre homofobia y heterofóbia, es que hoy en día no existe algún crimen o asesinato por ser hombres heterosexuales.


b)    Orgullo heterosexual. En el mismo sentido que el anterior punto la violencia se circunscribe a deslegitimizar a la marcha del orgullo LGBTI+ como item histórico de identidad cohesionadora, generando la anti-marcha por parte de heterosexuales; que solo convienen a los intereses de la supremacía sexual como reafirmación de su ideología del odio, exponiendo la fibra más patética del machista, la culpabilidad hipócrita, es un quejido cínico de no ser identificados como victimarios, sino en yuxtaposición se asumen en un papel de victimones.


c)    Feminazismo. Termino también inexistente, generada de la paranoia machista ante el éxito y victorias de la demostración de su vileza, que intenta describir la posición política de mujeres que denuncian y confrontan su violencia, su sistema opresor y su operatividad social.

d)    Asociación al comunismo. Las personas LGBTI+ son prejuciadas como parte de movimientos neocomunistas; ya que esto genera pánico por la pérdida patrimonial que atentan contra la supremacía de castas, sin embargo, esta mentira o falsa creencia se observa en dos dimensiones, a la luz de la realidad conocida de los acontecimientos sucedidos en todos los movimientos comunistas, tanto, Ruso, Chino o Cubano, quienes siempre persiguieron a las personas homosexuales, les criminalizaron, encarcelaron y exterminaron, ya sea en gulags o en islas, como la de Tortuga en Cuba.

Y segundo, que la población LGBTI+ fundamenta su lucha a través de los derechos humanos, estos que defienden la propiedad individual como normativa imperante, por ello, causaría paradoja sustancial que no podría sostenerse en la acción política ni cotidiana.

      3. Noticias falsas. Son todas aquellas crónicas que muestran supuestos casos de violencia atendiendo al adoctrinamiento por temor, de lo que pueden llegar hacer las madres lesbianas o padres homosexuales que matan a sus hijos por no ser homosexuales, hechos que se han registrado en Brasil y recientemente en Guanajuato, México. O buscar la sexualización de un beso en la boca de una madre o padre Gays o Lesbianas a sus hijes sea motivo de criminalización, cuando estas demostraciones de afecto también son realizadas por heterosexuales.
    
      4. Remediales: a través de las terapias de cura o de conversión, que buscan sanar a las personas del homosexualismo, entendida como enfermedad, cuando esta no lo es desde hace tiempo ya. Estas mal llamadas terapias infringen tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, fabrican campos de concentración y exterminio para que el mal sea contenido y no sea propagado.
      
      5. Negacionismo de género. Consiste en negar la existencia de la violencia de género, y con ello la tipificación de los feminicidios y de los crímenes de odio por homofobia. Hoy día se han revelado o mostrado en España por el partido Vox.

6. El determinismo sexual, que evoca a la colonización corporal, para imponer lo que se debe de hacer con cada uno de los cuerpos, en torno a la reproducción de la especie supremacista, imponiendo agentes externos que bloquen la autonomía e independencia de la libre determinación personal, ejemplo, aquellos que se oponen a la despenalización del aborto, comprendiendo a la mujer como una mera encubadora, o criminalizar a la masturbación por no tener fines de procreación.

Ergo hablar de la ideología del odio, es hablar de la supremacía, asumiendo que toda aquella persona que realice actos que abonen a la cultura del odio, de su ideología y difundan su discurso son supremacistas, supremacistas sexuales, como Trump, Bolsonaro, Hitler, Franco, Mussolini y Pinochet.

Toda aquella persona que utilice la ideología del odio como argumento descalificador o juez supremo, es una persona supremacista sexual, supremacista religiosa y supremacista de raza; la cual debe ser combatida en todos los lugares donde se presente.

En estos tiempos, la supremacía sexual es la punta de lanza en esta nueva etapa de la guerra, es la nueva bandera en la arremetida del conservadurismo mítico, el cual debemos de enfrentar sin tapujo alguno. La censura basada en confrontar la fantasía con la realidad, los hechos contra los mitos, debe ser nuestro mejor aliado, en cualquiera de sus formas, no debemos de temerle en su aplicación, ya que la ideología del odio debe ser erradicada de la humanidad, como se ha hecho con el oscurantismo.

La libertad de expresión excluye el discurso de odio y por tanto, la difusión del pensamiento supremacista, y con ello la ideología del odio, los cuales no son, ni serán un derecho humano, sino por el contrario una anti-tesis a los mismos debido al alcance de sus actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad.

Por la conquista de todos nuestros derechos.
Rodolfo Vitela Melgar.
Ciudadano Libre.