Angélica estudia sexto de primaria en la escuela para niños discapacitados pero desea ir a una normal
Por Daniela Rea
Ciudad de México (4 de diciembre de 2008).- Una hora antes de que inicie el evento, la niña Angélica Chacón ocupa su lugar en el presidium. Desde su silla de ruedas mira a la gente platicar, andar de un lado a otro. No puede moverse de ahí. Hay rampa, pero no espacio entre invitados, sillas, cables y bocinas. Cuando algo se le ofrece, grita a su mamá."¡Mamáaaaa!", se escucha, y en seguida llega María de las Mercedes Chacón, aunque arrastrando un cansancio de años. Qué más quisiera que su hija pudiera estar en una escuela normal. Tiene años buscándola, alguna que tuviera rampa, elevador, salones de todos los grados en el primer piso."Me he cansado de buscar una escuela regular. El caso es que no hay equipadas para recibir a niños en sillas de ruedas, ni se diga los que no pueden ver o escuchar. En la SEP me dicen que aún no hay dinero para eso", lamenta.Angélica estudia sexto de primaria en la escuela Gaby Brimmer, de la SEP. Cada día, una camioneta de la institución la recoge y la regresa a su domicilio. Ella comparte maestra y salón con otros 9 niños, algunos con parálisis cerebral, otros con el síndrome Cornelia de Lange. Su mamá opina que es malo para ella seguir ahí, porque en esas condiciones su capacidad intelectual y su crecimiento emocional puede detenerse.La niña la mira de reojo y parece no coincidir con ella porque, como dirá más tarde en su discurso, "entre niños nos gusta divertirnos, no nos importan las diferencias". Pero también lamenta saberse diferente. "Los taxis no se paran en la calle porque me ven en silla de ruedas, los carros se estacionan en la rampa, quiero ir al cine pero todos tienen escaleras, a un centro comercial, a una escuela normal", dice en medio de las sillas vacías, que más tarde ocuparán Margarita Zavala y Cecilia Landerreche.
Otra de las sillas del presidium la ocupará el niño Simone Peña, difusor de los derechos de la infancia. Al micrófono dirá que una encuesta realizada por el DIF revela que los niños con discapacidad se sienten tristes, rechazados, incómodos y a la defensiva cuando se juntan con niños sin discapacidad. Y éstos se sienten tristes, extraños, incómodos y mal cuando conviven con los otros. Concluirá su discurso diciendo que no sabemos cómo tratarnos unos a otros.Copyright © Grupo Reforma Servicio InformativoESTA NOTA PUEDES ENCONTRARLA EN:
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/ Fecha de publicación: 03-Dic-2008
jueves, 4 de diciembre de 2008
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