En estos tiempos de la post-verdad, de las verdades
alternativas, la población LGBTTTIQA+ no es la excepción, los acontecimientos
de simulación nos llevan a una reflexión crítica, respecto a la identidad
grupal y la atomización; pasar de la gregariedad a la separación politizada, de
la invisibilidad a la visibilidad utópica, que de nuevo nos lleva al comienzo
otra vez.
Regresar al principio no puede ser tan doloroso, como
comenzar con una nueva etapa donde se suman a lo anterior nuevos elementos
disgregantes; que nos arrinconan en la esquina de lo no visible. Este fenómeno
que recién nos atañe, puede iniciarse al teorizar en un primer acercamiento al
modelo ontológico para comprenderle, de ahí que diluir se entienda como: “1.
Hacer que un cuerpo o una sustancia, al mezclarse con un líquido, se deshaga
hasta que sus partículas queden incorporadas a dicho líquido. 2. Hacer que
disminuya la concentración de un líquido, generalmente añadiéndole disolvente u
otra sustancia”, bajo una concepción epistemológica, la dilución seria el
fenómeno que hace disminuir el contenido sustancial de un grupo minoritario,
borrando la concentración de identidad grupal o cultural que les cohesiona, al
realizar la incorporación social con aquella mayoritaria, hegemónica y
predominante, en la construcción de una mayor en términos generales.
Esto en sí,
representa una amenaza para los grupos en situación de vulnerabilidad, ya que
la integración se realiza bajo los términos, mecanismos y prácticas de la
sociedad dominante, repercutiendo en que las demandas, denuncias y sentido
crítico, queden desleídas, condenándoles a no ser atendidas, sino a
reproducirse de nuevo en futuros no muy lejanos la invisibilidad desdibujada.
Al buscar cómo nos disolvernos, se puede observar la exageración de la inclusión, que así mismo, rompe el sentido de pertenencia, identidad y gregariedad; lo que resulta en la afectación de la transversalidad, haciendo que esta quede tan revuelta que no se pueda determinar.
Una de estas exageraciones, ha sido la provocadora decisión
de agregar 2 colores más a la bandera del arcoíris durante la presentación de
la campaña “More Color More Pride”, con la justificación de los resultado
arrojado por una encuesta realizada por “Pew Research Center”, la cual revelara
que 34% de personas de la comunidad LGBTTTIQA encuestadas, se identificó como
“no blanco”; luego entonces la agencia de publicidad “Tierney”, junto a su
directora ejecutiva, Amber Hikes, de la Oficina de Asuntos LGBTTTI en Filadelfia
se encargaran de realizar las modificaciones a la bandera del arcoíris (incluir
dichos colores).
Esto ha desatado en las conciencias que estudiamos los
fenómenos que se dan dentro de nuestra población sexo-divergente, las
reacciones, motivaciones y las justificaciones de este hecho.
Sí, intentamos hacer un mero acercamiento de la
retrospectiva de manera hermenéutica de los símbolos y su significado, dicha
modificación no tendría validez alguna, toda vez que el surgimiento de la
bandera no tiene nada que ver con la simbolización de razas, como si ocurre con
la bandera de los juegos olímpicos, que tienen el significado de cada color de
los aros con cada una de las razas divididas en continentes, los 5 que
conocemos hasta el momento.
Sino que Gilbert Barker a finales de los 70´s creo el
símbolo bajo significados universales; en donde el rosa representaba-la
sexualidad, el rojo-la vida, el naranja-la salud, el amarillo-el sol, el
verde-la naturaleza, el turquesa-la magia, el azul-la paz y el violeta-el
espíritu; aunque por problemas de costos en la producción tuvo que adecuar el
rosa y el turquesa. Jamás en su conformación simbólica se tomó en cuenta la
raza ni el color de la piel, sino que se edificó en temas problematizados, es
decir, la sexualidad en sentido libertario, del dogmatismo religioso al
revolucionario pragmático científico; de la vida para detener la persecución
homofóbica, la salud al abolir la patologización criminalizada de la homosexualidad,
el sol para dejar la clandestinidad del closet, el verde como la concepción de
la naturaleza alejada de la ideología mística, el turquesa fundido con el azul
como magia y paz refiriéndose a la creatividad artística como cliché social y
la no violencia en nuestras existencias, y finalmente el espíritu como la valentía
de enfrentar a la sociedad heterosexual normalizada, machista, androcéntrico y
patriarcal.
Ergo, el contenido que dota de significado la iconografía,
en nada se acerca a la cuestión racial, más aun, leído en nuestros tiempos y
continuando con el legado Barker, los colores café y negro se encuentran ya
ocupados por otros símbolos dentro de la diversidad de la población LGBTTTIQA,
tanto por la población de osos como por la leather; mientras tanto, quienes
bajo esos colores, han edificado su símbolo identitario que les congrega, sus
pendones quedarían sumergidos en una confusión permanente, por tanto hacerlo,
agravia a poblaciones dentro del movimiento mismo. En contra posición, ¿por qué
no entonces, hacerlo con el simbolismo identitario de las personas Trans, para
ser incluidas en la bandera misma?
Otro acercamiento, un tanto más simplista seria de manera cuantitativa
toda vez que la muestra no es representativa para poder realizar la
modificación, es decir un treinta y tantos por ciento de una ciudad, de un
estado, de un país; esto es un tema de carácter global, por ello, no es una
representación consistente que justifique dichos cambios.
Lo anterior, nos permite observar una sobre exposición a la
inclusión, que yo llamaría “incluyentismo”; este mismo fenómeno abarca integrar
a nuestra sopa de letras la “H” de heterosexuales, generando una paradoja en sí
misma, debido a que la población heterosexual es la predominante, la cual no ha
sufrido temor alguno por serlo, no se ha cuestionado las razones de su ser, y
que bajo la lupa de los estudios Queer, el diseño de la vida se ha hecho a su
medida, de ahí la heteronormalidad; que significativamente vendrían a ser lo
que no somos, en un sistema de mutuos excluyentes, ergo, la sociedad heterosexual
representan la mayoría que ha excluido, discriminado, estigmatizado, segregado,
estereotipado, perseguido, encarcelado, torturado y exterminado. ¿Cómo puede
ser entonces que aquello que nos condena sea parte de lxs condenadxs? Es la
razón principal de porque la “H”, no puede pertenecer a la diversidad sexual,
como movimiento social contestatario, disidente, crítico y, finalmente
divergente.
La inclusión debe ser bajo los términos y agendas de las poblaciones excluidas.
Ciudadano
Libre
Rodolfo
Vitela Melgar
Por a
conquista de nuestros derechos.
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