La violencia que actualmente aqueja a nuestra sociedad, y
que se ha normalizado en nuestra cotidianeidad, es probablemente resultado de
un egoísmo social que nos ha alejado de una conciencia colectiva compartida, respecto
a los temas que se viven en nuestra sociedad, generando rezagos entre lo que
sucede día a día, en nuestras relaciones con las demás agentes sociales, esta
que no es estática sino por el contrario bastante dinámica y que finalmente
afecta nuestras esferas personales.
Así pues, la violencia no es más que consecuencia de los
resultados de una sociedad que no obtiene ni encuentra justicia, donde se
violan sistemáticamente sus derechos humanos y del menosprecio de la dignidad y
vidas humanas por parte de quienes ostentan el poder. En gran medida por una
conducta aislacionista de estos 3 que conforman la Unión, los cuales se han
venido acumulando sin obtener un desahogo racional con resultados notablemente
palpables, sustanciales que modifiquen la calidad de vida con base a los derechos
humanos.
La UNAM en su sede, Ciudad Universitaria, no ésta eximida de
la realidad social que estamos viviendo, la comunidad universitaria es reflejo
de lo que pasa afuera, no es ajena. De esta manera, el consumo de drogas es por
obviedad o mera deducción que se realiza en ella, y que no llame a extrañeza, ni
nos debe espantar, sino por el contrario comprender el fenómeno en un entorno
más controlado.
En la ecuación existen 3 agentes determinantes, la
autoridad, personas consumidoras y narcomenudistas. Las autoridades en un
intento de regular este consumo, ha optado por generar una conciencia colectiva
por parte del estudiantado, lo que pienso es correcto, frases como: “No es por lo que consumes, sino por lo que
fomentas”, es un acierto para generar una responsabilidad social de la máxima
Casa de Estudios de México, fomentando un tipo de dinámica social
endouniversitaria más elocuente que el prohibicionismo estructural que nos han
impuestos, así mismo, “el narco no es tu
amigo”, son exposiciones de una narrativa diferente, llaman a generar esa
conciencia amplia y colectiva necesaria. Ya que los hechos de violencia realizados por narcomenudistas dado en días pasados, obedece al mercado de
drogas en CU.
Así pues, la política no ha sido criminalizar a quien le
consume, sino a generar en ellos lo que propician, ya que por cada droga que
consumen, serán dineros que se irán para compra armas, que luego son detonadas
en sus propios espacios.
Esta realidad social no encuentra su armonización con la
realidad jurídica que tenemos, sino por el contrario, tanto la sociedad como la
autoridad de manera general han señalado, no por menos calificarla, como “perversas”
actividades. Cabe hacer la notación que estados norteamericanos como California han legalizado la mariguana, lo que cambia el paradigma.
Visto desde la óptica de los derechos humanos, cada persona
es dueña de sus cuerpos y por tanto, de lo que decide es mejor para cada
corporeidad, desde una libertad personalísima, de esta manera la libertad de
consumir drogas no debe ser nunca criminalizada, sino por el contrario debe ser
regularizada desde el punto de vista de protección a los derechos de cada
persona consumidora, y no por el prohibicionismo de la criminalización.
De tal forma, que es necesario armonizar nuestro cuerpo
normativo a la liberación del consumo de drogas, así como establecer
perfectamente, sin dejar vacíos jurídicos para su producción, distribución,
venta y consumo. Esta fricción entre la realidad jurídica y la social nos han
traído miles de muertes en nuestro país; pero mientras le logremos modificarle, es necesario generar esta responsabilidad comunitaria, que nos
toca a todas las personas integrantes de los espacios universitarios, del incremento
de violencia fomentado por el consumo de drogas.
Por la conquista de nuestros derechos
Rodolfo Vitela Melgar.
Ciudadano Libre.
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