Lídice Rincón Gallardo Pavón
21 de enero de 2009
La discriminación es algo que se ha arraigado fuerte en muchas de nuestras costumbres, formas de vida, en la forma que vemos el mundo. Todos hemos sido discriminados alguna vez y, lo que es más doloroso, todos hemos discriminado a alguien en algún momento. Por eso eliminar esta práctica tan arraigada requiere una gran capacidad de lucha, tenacidad a prueba de todo y un inquebrantable compromiso, pero también un profundo amor por los demás, tolerancia absoluta, gran capacidad de empatía y, sobre todo, tacto político y una gran maestría en la negociación y el diálogo.
Con Gilberto Rincón Gallardo me une un lazo filial; lo vi luchar, defender sus ideales, pero sobre todo lo vi como una persona congruente, que lo que decía a nivel político y público lo llevaba a la práctica en su vida privada. Lo vi tenaz y amoroso, combativo y tolerante, firme en sus convicciones y con una gran capacidad de negociación. Hasta su último día lo vi trabajando en el proyecto que resumía su lucha de toda la vida: el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.
Lo vi en sus últimos años formar un equipo de gente convencida, comprometida y preparada para esta lucha; lo vi iniciar algo que hoy en día es una realidad. Ya con su salud deteriorada lo vi recorrer el mundo, convenciendo gente, obteniendo apoyos, llevando a todos los foros, nacionales e internacionales, su lucha contra la discriminación.
Nuestra democracia sufre un retroceso en muchos campos y parece ser igual en la lucha por la no discriminación, que ya no es una prioridad en la agenda política, como lo muestran los tres meses que pasaron entre la muerte de Gilberto Rincón Gallardo y el nombramiento de su sucesora.
Tengo la impresión de que la señora Perla Bustamante, titular del Conapred, no parece ser la persona con la trayectoria y, sobre todo, la sensibilidad que requiere la titularidad del consejo.
En sus declaraciones y actitudes se notan no una falta de compromiso o interés, pero sí de tacto político, capacidad de negociación y tal vez tolerancia. Es posible que esto último no sea el caso, pero sus declaraciones dejan dudas al respecto.
Desde el día que tomó el cargo declaró que en México había una crisis de valores, a lo que muchos cuestionan: ¿qué valores? ¿Los de quién? ¿De qué persona o de qué grupo? En la lucha contra la discriminación hay que tener mucho cuidado de no acabar uno mismo discriminando.
Esta y otras declaraciones han creado tensiones con grupos que apoyan y son apoyados por el Conapred, como el colectivo LGBT (lésbico, gay, bisexual y transgénero). Pero esto no es todo.
En una entrevista publicada por el periódico La Crónica el 11 de enero, Bustamante habla de una fuga de recursos en el Conapred que no tiene fundamento. Una cosa es que no le guste en qué se haya gastado y otra muy diferente hablar de fuga de recursos. Son gastos del Conapred en asesores y expertos externos debido a que el presupuesto no permite estos expertos trabajando de tiempo completo en la institución.
El Conapred hizo auditorías externas e internas para vigilar el uso de recursos. Hay que tener mucho cuidado en cómo se dicen las cosas, sobre todo si no se tiene sustento y si lo que se dice puede repercutir en el honor de personas que han hecho su trabajo con transparencia y profesionalismo.
También dijo: “Se tenía el concepto de que la presidencia sólo se dedicaba a relaciones públicas, a vínculos institucionales, a servir de imagen del consejo”. Esta última aseveración me afecta directamente a mí, a mi familia y a la memoria de mi padre. La idea de Gilberto Rincón Gallardo como un adorno —un truco de relaciones públicas para llamar la atención por su imagen— es, además de ofensiva para un luchador social de tan larga y reconocida trayectoria, una total mentira.
Mi padre luchó por la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y por la formación de este consejo. Viajó, se entrevistó con mucha gente, no como ardid mediático, sino para negociar, lograr consensos, obtener adeptos a su causa.
Por su gran capacidad negociadora fue no sólo el líder de la delegación mexicana, sino pieza central y principal impulsor de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad ratificada por ovación en la ONU.
El Conapred está viviendo un régimen de férreo control administrativo que asfixia a sus colaboradores. La nueva presidenta parece no entender que el trabajo del consejo es político, volcado hacia la sociedad, a su defensa y al trabajo dirigido a erradicar todo tipo de discriminación en el país.
Gilberto Rincón Gallardo no era un administrador ni un burócrata; era un político, un hombre que sabía formar un grupo y dejar que cada quien cumpliera sus funciones. Era un estadista que sabía proponer, convencer, negociar por el bien de todos, un ejemplo cuyos pasos la nueva presidencia debiera tratar de seguir, no de borrar.
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/42703.html
miércoles, 21 de enero de 2009
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