A modo de reflexión, desde hace un tiempo en charlas con
amistades me he percatado de un posible fenómeno endosocial[1]; resultado de observar que
cuando existen problemas graves en las parejas gais estas tienden abrir la relación,
es decir, cambian el acuerdo de exclusividad sexual, bajo una serie de cláusulas
explicitas, como son tener días específicos de salidas, hablar o no de sus encuentros sexuales, y lugares
donde no se pueden realizar.
También en estas dinámicas, me percate de personas que desde el inicio de sus relaciones con otras, dejan claro que serán
relaciones abiertas, bajo sus condiciones de manera general.
Este modelo de acuerdo entre parejas sexo-afectivas,
provienen de sociedades con una composición diferente a la latina, dentro de
estas charlas he logrado identificar que en su mayoría son “monogamish”, siendo en sí: “relaciones semiabiertas[2]”,
donde no existe como tal la infidelidad, ya que lo único que quedaría intacto
en la apertura de la relación de pareja es la parte afectiva, mientras que la
sexual es la liberada.
Así pues, platique con varias amistades de países no
latinoamericanos, en sí fueron holandeses, noruegos y suecos, gais todos ellos,
entre edades que van de los 30 a los 55 años de edad, y concuerdan en que para
realizarle es siempre indispensable, la comunicación, estableciendo parámetros bien
específicos entre ellos y su cumplimiento.
La diferencia sustancial de las relaciones abiertas o
semiabiertas entre aquellas y las de acá es la idiosincrasia. Donde he podido
identificar que en las parejas latinas continúan con una relación de poder
importante, donde uno de los dos se autoproclama o se cree, piensa o asume la
posición más fuerte, la parte dominante, o el
más listillo, lo que me lleva inmediatamente al machismo en las
relaciones heterosexuales, y que gracias a los trabajos de la Teoría de Género,
quienes evidencian los diferentes tipos de sometimiento, es que se ha logra
identificar más claramente; esta desfragmentación muestra los efectos en ello,
logrando identificar dominación por roles; ya que aquellos que asumen
fortaleza, mayor seguridad en su aspecto físico, energía o determinación ante
el otro, son por tanto, quienes dominan, a aquellos que muestran una actitud más
tranquila y pacífica.
También, el pasarse de listos es un componente importante
del machismo, ya que en varias de estas parejas gais se tiene una segunda relación,
y luego entonces, recurren al oportunismo que da una relación “monogamish”, pero ya rotos los acuerdos
anteriores, mintiendo en los nuevos para abrir la relación, enredándose en su propio engaño, al enamorarse de la otra persona, comprometiendo su
afectividad.
El patrón se puede comprobar cuando aquellas personas que se
piensan dominantes, establecen las reglas de las relaciones abiertas, lo hacen
poniendo la mayor cantidad de sus acuerdos sobre la otra, son poco tolerante
con las negociaciones y controladores.
La comprobación sigue su curso de acuerdo a la fluidez de
los acontecimientos, ya que las relaciones gais en la parte sexual los roles no
son permanentes, sino que por lo general se realizan de manera alternante,
tanto activo y pasivo, con predominación a una de las dos, aunque he escuchado
con mayor frecuencia que son 50% y 50%. Entonces, ¿qué sucede cuando el
dominador pierde el control?, es cuando el dominador se enfrenta a la realidad
de que la persona que concebía como menos fuerte, menos atractiva, más pasiva;
tiene mayor éxito en sus relaciones sexuales, y no solo eso sino que también se
revela contra la posición de sumisión a la cual fue conferido, entonces se sale
de control y se termina la relación.
Otro aspecto machista desfragmentado es el uso de los
cuerpos como objeto sexual para el uso y goce de él mismo de manera unilateral, es decir que el único que goza es él, asumiendo que la otra parte se encuentra enganchada en sus sentimientos por el dominador sin tener éxito que él si tiene, sin embargo, en
muchos de los casos se llega a establecer relaciones afectivas, las cuales no
fueron consideradas desde un principio que sucedieran, sino es que en todas si en alguna en puntual, que al comprometer la afectividad si se establece ya la
infidelidad. Así mismo, ambas partes se encuentran sujetas al entendido que los
cuerpos tienen dueño y son pertenecientes entre ellos, entre los relacionados, al declarar “mi pareja”, es suyo de él; mientras tanto, en las parejas no latinas
hablan de “somos pareja” en un suyo de ellos, no de los cuerpos y de las vidas,
de las existencias, sino del hecho de vivir con alguien más.
Lo que lleva a una conciencia del respeto mutuo, y no de
dominio. Se entienden en una relación paritaria, entre iguales, sin la supremacía
del fuerte sobre el débil, el cual es un imaginario conceptual de quien es la
parte controladora, y finalmente se asume la honestidad de cumplir los
acuerdos. Lo contrario en las parejas latinas, llegando hasta actos violentos
contra quienes se les salen del huacal.
Así pues, las relaciones abiertas o “monogamish” en su mayoría no tienen éxito, por el machismo endohomofobico
que cruza a las parejas latinas, que son parte y resultado de una educación
machista y misógina.
Ciudadano Libre
Rodolfo Vitela Melgar.
Por la conquista de nuestros derechos.
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