martes, 14 de abril de 2020

La bioética en tensión, bajo los principios y criterios en Derechos Humano vs la crueldad utilitarista


Con mayor frecuencia hemos sido testiges de como la atención medica en México se ha precipitado a un abismo que no parece tener fin, ya sea por políticas neoliberales, o ahora en aras de una “austeridad republicana”, que contrae la inversión en la salud; hemos pasado de retrasos en los periodos de atención y surtimiento de medicamentos al del “no hay”, no hay camas, no hay material quirúrgico, no hay medicamentos, “regrese mañana” o ya de plano “marque para ver sí ya llego”.

Yo misme he tenido que solicitar por redes sociales de manera pública el surtimiento de medicamentos para familiares al Seguro Social (IMSS), lo que no quiere decir que sea la solución al problema, fue la respuesta inmediata la cual agradezco, la que dio resultado. Pero ¿por qué razón tenemos que acudir a estas acciones, tan desesperadas?, ¿Quién decide a quien atender y a quien no?

Otro ejemplo que tengo, fue hace poco más de un mes, me tocó presenciar cómo se han ido dando altas masivas en cardiología, así una persona con un bloqueo de rama transitoria, que al no ser permanente no presenta comportamientos típicos del mismo padecimiento, esta paciente que se ha cuidado por muchos años, sin presentar una crisis del bloqueo, aun teniéndole, le dan la alta. 

Entonces ¿Por qué se da de alta a alguien sí sigue teniendo un padecimiento crónico cardiovascular? Nuevamente ¿Quién toma estas decisiones?, ¿bajo qué parámetros o criterios se realizan?, ¿Existe algún principio que lo valide?

El motivo no es tan fácil de deducir, los costos, la falta de dinero para invertir en sanar a una persona. Dinero que no hay efectivamente, porque los servidores públicos y políticos han robado esos recursos, dejando en crisis permanente el sistema de salud nacional. Porque digo, usted disculpe pero, si hay responsables en esto, tienen nombre y apellidos, son quienes giraron órdenes para que esto sucediera, el desfalco es enorme, tanto que pareciera imposible cubrir, pero sí a esa infamia se le suma la buena intensión de “austeridad republicana”, esto se convierte en un acto de genocidio puro, no todos los ámbitos deben de sufrir la austeridad.

Pero regresemos a pensar en los criterios y principios que rigen actualmente las tomas de decisiones de quienes deben ser atendidas y quienes no; la selectividad en los pacientes, quienes deben morir y quienes no; en esta crisis cotidiana en el sector salud, el cual, ha sido el pan nuestro de cada día, ha sido una práctica constante en los consultorios médicos del sector salud, toda vez que se ha vivido la falta de recursos por un largo tiempo, la atención medica en México es un desastre de proporciones inimaginables. Desde ya más de 4 sexenios se ha vivido este recrudecimiento de la política pública de atención selectividad, de administración de la muerte, de dosificación del dolor, bajo la lógica de menor costos, es decir, la persona paciente que más gastos generen al erario público es la que no tiene derecho a vivir.  

Entonces, nos topamos de frente con la bioética, esta que para la Organización Panamericana de la Salud la define y conceptualiza como aquella “disciplina que busca aclarar problemas éticos que surgen en relación a la salud: al hacer investigación con seres humanos, diseñar o implementar una política de salud, y brindar atención médica. La bioética no es un código de preceptos sino una actividad de análisis a la luz de principios y criterios éticos, que guía la práctica en las distintas áreas de la salud (Salud)”, al amparo de esta definición y conceptualización de la bioética, como una actividad de análisis a la luz de principios y criterios éticos, se encuentra la salvaguarda de la vida humana.
Los principios y criterios hasta ahora establecidos para diseñar e implementar la política pública en salud se han basado en criterios utilitaristas, es decir quien sirve y quien no, para fines de orden económico, es decir, vale quien produce riqueza para el Estado o para particulares, por tanto, la ponderación mayor es jerarquizar las vidas de acuerdo a rangos por edad, sexo, condiciones de nacimiento y sociales.

En otras palabras, se pondera la dignidad de las personas en torno a sus “usos” en la sociedad, así pues una persona joven tiene mayor potencial de explotación que una más vieja, y una más vieja se enferma más que una joven, al mismo tiempo que, aunque una persona pago su seguridad social (porque nunca ha sido gratuita como se nos ha hecho creer, ya que de forma obligatoria y hasta arbitraria quitan de los sueldo los pagos para aportar a rubros de seguridad social, donde se encuentra el servicio médico completo (consultas, medicamentos, cirugías, hospitalización y en su caso rehabilitación), pensiones o jubilaciones,  gastos funerarios y para adquisición de vivienda), esta genera un desgaste al erario público, el pagar las pensione o jubilaciones ahorradas, ahora ROBADAS, se les trata como lastres presupuestales en partidas paupérrimas. Porque da igual el tecnicismo que se utilice, el sistema anterior de retiro, o el esquema de sistema actual de las afores, se roban los ahorros de las personas que sostendrían los sistemas de seguridad social, el cual es un derecho humanos como tal.

Entonces, bajo el criterio de quien sirve o no en términos bioéticos del utilitarismo, genera principios para poder descalificar la vidas que valen la pena de ser rescatadas, así pues se basan en una segregación por condiciones de vida: por obesidad, diabetes, hipertensión, senectud, tabaquismo, drogadicción, alcoholismo, viabilidad utilitaria (personas jóvenes bajo una situación que demerite su productividad, es decir, que no entre en las competencias para generar riqueza), o por sí sé es una persona convicta o no.

Todas estas categorizaciones son evidentes cuando los Estados Nación como México, han buscado culpables y no responsables de estos padecimientos, implicando y repartiendo la adjudicación de culpabilidad, que se tiene por enfermarte o no, sin importar la responsabilidad de los gobiernos en ello, ejemplo más claro, la obesidad.

En los últimos años se ha tenido como el gran enemigo de la salud pública la obesidad, por el costo que representa en el erario público, desde un criterio monetarista sanar o curar las enfermedades que conlleva es caro, entonces la enfermedad se materializa en la específica corporeidad de quien la padece, esto no es nuevo, ya lo hemos vivido, la pandemia del VIH es el más claro ejemplo de esto, las personas que viven con VIH son responsables de estar infectadas y el VIH son elles y elles son el VIH. Así ahora las personas obesas, la obesidad son elles y elles son la obesidad.

Generando en la población estigmas y estereotipos, que han llegado a la discriminación y segregación médica, conocida como “obesidofobia” “pocrescofobia” o en términos llanos “gordofobia”, lo que incrementa directamente en otros graves problemas de salud, la bulimia y la anorexia.
Es hasta este momento, en que se puede observar la gravedad del mal o pésimo diseño de la política pública en salud, basada en una bioética por discriminación o selectividad, que parte de la violación a la dignidad humana. Convertida ahora en discriminación gubernamental, en un problema estructural para México.

De este punto de inflexión es que parte la tensión de los criterios de la bioética utilitarista frente a la bioética de respeto a la dignidad humana, la cual ha sido forjada, alimentada y desarrollada por un sistema económico devastador, el neoliberalismo, sin embargo pienso no es el único.

La obesidad como “pandemia” encarnada en las personas que la padecen, bajo el yugo social de la responsabilidad unilateral, es la que hoy desborda a esta bioética; al igual sucederá con cada categorización al colocar, cada una, en el lugar de la obesidad, ya sea poner tabaquismo, hipertensión, diabetes, vejez, todas colocan a la persona en una situación de vulnerabilidad.

Regresando nuevamente al caso de la obesidad, no es solamente un problema alimentario al igual que clínico, tampoco es un virus ni una bacteria, es un fenómeno social y médico.

Observada la problemática, en torno a la situación laboral que impera en México como la que mayor culpa de la obesidad, ya que se trabaja realmente más de 8 horas, sin dejar tiempo de descanso, este descanso que es un derecho humanos de conformidad a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 24, el cual establece: “toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”.

Sí esto se respetará en México, las jornadas laborales permitirían incidir efectivamente en desarrollar actividades deportivas, ahora vemos desafortunadamente a gobiernos, robando los fines de semana a trabajadores del Estado, para obligarles a realizar yoga o actividades físicas sólo por un día, lo que lejos de generar hábitos deportivos lleva a una demagogia pragmática de nivel político, lo peor sería que el ejercicio se tomará como horas laborales, se obligue al ejercicio al personal, que podría ser un recurso valioso pero no es el ideal.

Otro problema, es que la buena y sana alimentación con los sueldos actuales es inalcanzable, atender a parámetros sanos implicaría que se remunerará bien al personal lo cual no es la realidad para la gran mayoría de la población; la responsabilidad de la alimentación sana descansa en las personas únicamente, según los criterios de la bioética de la selectividad, sin embargo, se come lo que se puede y no lo que se debe, porque lo que se debe es caro o imposible de realizar.

Un factor extra es la ansiedad debido a la velocidad laboral que impacta el ámbito personal, de manera dramática es canalizada a través de la comida de manera compulsiva, el aislamiento social que rige actualmente las relaciones humanas son otro sumando para la obesidad, las cuales generan estrés y se desbordan en la alimentación nuevamente.

Finalmente el ejercicio de contra posición, ¿por qué el Estado mexicano ha permitido la esclavización moderna de la población que ha generado la obesidad?, ¿por qué sí dice que la obesidad es una pandemia no la ataca con la misma ferocidad con que la incrimina?, ¿por qué permite la venta de productos nocivos que engordan?, ¿por qué continúa con una educación física basada en el machismo?, ¿la obesidad solo responde a problemas sociales o también médicos?

Y así se puede volver a extrapolar para las personas que fuman, y peor aún quienes padecen diabetes, ya que esta puede ser causada por orden genético y no social, el alcoholismo, la drogadicción y la misma obesidad igual.

La bioética en tiempos del Covid-19 es un análisis que se tiene que hacer antes de entrar a la fase 3. Esta debe de abandonar los criterios y principios utilitaristas dejando la selectividad discriminatoria de lado de manera brusca, atender la bioética desde la perspectiva de los derechos humanos es hoy el cambio imperante que se busca, se ha llegado afirmar, que después de esto la vida será otra, que habremos cambiado, pero sí el cambio se sigue basando en la crueldad de escoger quien debe vivir y quien no, por criterios discriminatorios y principios económicos; quienes sobrevivan a ello, se enfrentaran a un mundo más cruel y menos esperanzador.

Por la conquista de nuestros derechos.
Rodolfo Vitela Melgar.
Ciudadano Libre.