miércoles, 14 de marzo de 2018

Fricciones entre los tiempos de iure y los tiempos sociales… dejan sin efecto a los derechos humanos.


La violencia que actualmente aqueja a nuestra sociedad, y que se ha normalizado en nuestra cotidianeidad, es probablemente resultado de un egoísmo social que nos ha alejado de una conciencia colectiva compartida, respecto a los temas que se viven en nuestra sociedad, generando rezagos entre lo que sucede día a día, en nuestras relaciones con las demás agentes sociales, esta que no es estática sino por el contrario bastante dinámica y que finalmente afecta nuestras esferas personales.

Así pues, la violencia no es más que consecuencia de los resultados de una sociedad que no obtiene ni encuentra justicia, donde se violan sistemáticamente sus derechos humanos y del menosprecio de la dignidad y vidas humanas por parte de quienes ostentan el poder. En gran medida por una conducta aislacionista de estos 3 que conforman la Unión, los cuales se han venido acumulando sin obtener un desahogo racional con resultados notablemente palpables, sustanciales que modifiquen la calidad de vida con base a los derechos humanos.

Es el caso de la  lucha contra la delincuencia, en todas sus modalidades; un tema que en estos días permiten observar mejor el escenario, es la venta de droga en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sí bien es cierto que la UNAM ontológicamente es un recinto diseñado y hecho para el estudio, para el desarrollo de los diferentes campos del conocimiento humano, esta tiene en sí otra dimensión: la epistemológica, donde por el solo hecho de ser un centro de reunión de personas, se generan dinámicas sociales diversas, encontrándose la emocionalidad intelectual de los centros de estudios de este nivel. En este cumulo de multi-dinámicas que se dan por concurrencia, surgen otras tan intrincadas y complejas como el objeto para la cual fue creada.

La UNAM en su sede, Ciudad Universitaria, no ésta eximida de la realidad social que estamos viviendo, la comunidad universitaria es reflejo de lo que pasa afuera, no es ajena. De esta manera, el consumo de drogas es por obviedad o mera deducción que se realiza en ella, y que no llame a extrañeza, ni nos debe espantar, sino por el contrario comprender el fenómeno en un entorno más controlado.

En la ecuación existen 3 agentes determinantes, la autoridad, personas consumidoras y narcomenudistas. Las autoridades en un intento de regular este consumo, ha optado por generar una conciencia colectiva por parte del estudiantado, lo que pienso es correcto, frases como: “No es por lo que consumes, sino por lo que fomentas”, es un acierto para generar una responsabilidad social de la máxima Casa de Estudios de México, fomentando un tipo de dinámica social endouniversitaria más elocuente que el prohibicionismo estructural que nos han impuestos, así mismo, “el narco no es tu amigo”, son exposiciones de una narrativa diferente, llaman a generar esa conciencia amplia y colectiva necesaria. Ya que los hechos de violencia realizados por narcomenudistas dado en días pasados, obedece al mercado de drogas en CU.

Así pues, la política no ha sido criminalizar a quien le consume, sino a generar en ellos lo que propician, ya que por cada droga que consumen, serán dineros que se irán para compra armas, que luego son detonadas en sus propios espacios.

Esta realidad social no encuentra su armonización con la realidad jurídica que tenemos, sino por el contrario, tanto la sociedad como la autoridad de manera general han señalado, no por menos calificarla, como “perversas” actividades. Cabe hacer la notación que estados norteamericanos como California han legalizado la mariguana, lo que cambia el paradigma.

Visto desde la óptica de los derechos humanos, cada persona es dueña de sus cuerpos y por tanto, de lo que decide es mejor para cada corporeidad, desde una libertad personalísima, de esta manera la libertad de consumir drogas no debe ser nunca criminalizada, sino por el contrario debe ser regularizada desde el punto de vista de protección a los derechos de cada persona consumidora, y no por el prohibicionismo de la criminalización.

De tal forma, que es necesario armonizar nuestro cuerpo normativo a la liberación del consumo de drogas, así como establecer perfectamente, sin dejar vacíos jurídicos para su producción, distribución, venta y consumo. Esta fricción entre la realidad jurídica y la social nos han traído miles de muertes en nuestro país; pero mientras le logremos modificarle, es necesario generar esta responsabilidad comunitaria, que nos toca a todas las personas integrantes de los espacios universitarios, del incremento de violencia fomentado por el consumo de drogas.

Por la conquista de nuestros derechos
Rodolfo Vitela Melgar.
Ciudadano Libre.

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