martes, 20 de febrero de 2018

Las relaciones abiertas. El uso desmarcado de la corporeidad y el machismo.


A modo de reflexión, desde hace un tiempo en charlas con amistades me he percatado de un posible fenómeno endosocial[1]; resultado de observar que cuando existen problemas graves en las parejas gais estas tienden abrir la relación, es decir, cambian el acuerdo de exclusividad sexual, bajo una serie de cláusulas explicitas, como son tener días específicos de salidas, hablar o  no de sus encuentros sexuales, y lugares donde no se pueden realizar.

También en estas dinámicas, me percate de personas que desde el inicio de sus relaciones con otras, dejan claro que serán relaciones abiertas, bajo sus condiciones de manera general.

Este modelo de acuerdo entre parejas sexo-afectivas, provienen de sociedades con una composición diferente a la latina, dentro de estas charlas he logrado identificar que en su mayoría son “monogamish”, siendo en sí: “relaciones semiabiertas[2]”, donde no existe como tal la infidelidad, ya que lo único que quedaría intacto en la apertura de la relación de pareja es la parte afectiva, mientras que la sexual es la liberada.

Así pues, platique con varias amistades de países no latinoamericanos, en sí fueron holandeses, noruegos y suecos, gais todos ellos, entre edades que van de los 30 a los 55 años de edad, y concuerdan en que para realizarle es siempre indispensable, la comunicación, estableciendo parámetros bien específicos entre ellos y su cumplimiento.

La diferencia sustancial de las relaciones abiertas o semiabiertas entre aquellas y las de acá es la idiosincrasia. Donde he podido identificar que en las parejas latinas continúan con una relación de poder importante, donde uno de los dos se autoproclama o se cree, piensa o asume la posición más fuerte, la parte dominante, o el  más listillo, lo que me lleva inmediatamente al machismo en las relaciones heterosexuales, y que gracias a los trabajos de la Teoría de Género, quienes evidencian los diferentes tipos de sometimiento, es que se ha logra identificar más claramente; esta desfragmentación muestra los efectos en ello, logrando identificar dominación por roles; ya que aquellos que asumen fortaleza, mayor seguridad en su aspecto físico, energía o determinación ante el otro, son por tanto, quienes dominan, a aquellos que muestran una actitud más tranquila y pacífica.

No puedo hablar de una generalidad en cuanto a que esto se dé por el rol sexual, sin embargo, se logra percibir que en la mayoría, aquellas personas de roles sexuales pasivos son quienes se asumen débiles, menos fuertes y con mayor dependencia a los sentimientos y a la afectividad, que aquellos activos que se ubican en lugares de poder.

También, el pasarse de listos es un componente importante del machismo, ya que en varias de estas parejas gais se tiene una segunda relación, y luego entonces, recurren al oportunismo que da una relación “monogamish”, pero ya rotos los acuerdos anteriores, mintiendo en los nuevos para abrir la relación, enredándose en su propio engaño, al enamorarse de la otra persona, comprometiendo su afectividad.

El patrón se puede comprobar cuando aquellas personas que se piensan dominantes, establecen las reglas de las relaciones abiertas, lo hacen poniendo la mayor cantidad de sus acuerdos sobre la otra, son poco tolerante con las negociaciones y controladores.

La comprobación sigue su curso de acuerdo a la fluidez de los acontecimientos, ya que las relaciones gais en la parte sexual los roles no son permanentes, sino que por lo general se realizan de manera alternante, tanto activo y pasivo, con predominación a una de las dos, aunque he escuchado con mayor frecuencia que son 50% y 50%. Entonces, ¿qué sucede cuando el dominador pierde el control?, es cuando el dominador se enfrenta a la realidad de que la persona que concebía como menos fuerte, menos atractiva, más pasiva; tiene mayor éxito en sus relaciones sexuales, y no solo eso sino que también se revela contra la posición de sumisión a la cual fue conferido, entonces se sale de control y se termina la relación.

Otro aspecto machista desfragmentado es el uso de los cuerpos como objeto sexual para el uso y goce de él mismo de manera unilateral, es decir que el único que goza es él, asumiendo que la otra parte se encuentra enganchada en sus sentimientos por el dominador sin tener éxito que él si tiene, sin embargo, en muchos de los casos se llega a establecer relaciones afectivas, las cuales no fueron consideradas desde un principio que sucedieran, sino es que en todas si en alguna en puntual, que al comprometer la afectividad si se establece ya la infidelidad. Así mismo, ambas partes se encuentran sujetas al entendido que los cuerpos tienen dueño y son pertenecientes entre ellos, entre los relacionados, al declarar “mi pareja”, es suyo de él; mientras tanto, en las parejas no latinas hablan de “somos pareja” en un suyo de ellos, no de los cuerpos y de las vidas, de las existencias, sino del hecho de vivir con alguien más.

Lo que lleva a una conciencia del respeto mutuo, y no de dominio. Se entienden en una relación paritaria, entre iguales, sin la supremacía del fuerte sobre el débil, el cual es un imaginario conceptual de quien es la parte controladora, y finalmente se asume la honestidad de cumplir los acuerdos. Lo contrario en las parejas latinas, llegando hasta actos violentos contra quienes se les salen del huacal.

Así pues, las relaciones abiertas o “monogamish” en su mayoría no tienen éxito, por el machismo endohomofobico que cruza a las parejas latinas, que son parte y resultado de una educación machista y misógina.

Ciudadano Libre
Rodolfo Vitela Melgar.
Por la conquista de nuestros derechos.



[1] Endosocial, dinámicas internas de grupos societales pequeños.

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