lunes, 3 de julio de 2017

Nos diluimos... "inclusionismo" disolvente social.

En estos tiempos de la post-verdad, de las verdades alternativas, la población LGBTTTIQA+ no es la excepción, los acontecimientos de simulación nos llevan a una reflexión crítica, respecto a la identidad grupal y la atomización; pasar de la gregariedad a la separación politizada, de la invisibilidad a la visibilidad utópica, que de nuevo nos lleva al comienzo otra vez.

Regresar al principio no puede ser tan doloroso, como comenzar con una nueva etapa donde se suman a lo anterior nuevos elementos disgregantes; que nos arrinconan en la esquina de lo no visible. Este fenómeno que recién nos atañe, puede iniciarse al teorizar en un primer acercamiento al modelo ontológico para comprenderle, de ahí que diluir se entienda como: “1. Hacer que un cuerpo o una sustancia, al mezclarse con un líquido, se deshaga hasta que sus partículas queden incorporadas a dicho líquido. 2. Hacer que disminuya la concentración de un líquido, generalmente añadiéndole disolvente u otra sustancia”, bajo una concepción epistemológica, la dilución seria el fenómeno que hace disminuir el contenido sustancial de un grupo minoritario, borrando la concentración de identidad grupal o cultural que les cohesiona, al realizar la incorporación social con aquella mayoritaria, hegemónica y predominante, en la construcción de una mayor en términos generales. 

Esto en sí, representa una amenaza para los grupos en situación de vulnerabilidad, ya que la integración se realiza bajo los términos, mecanismos y prácticas de la sociedad dominante, repercutiendo en que las demandas, denuncias y sentido crítico, queden desleídas, condenándoles a no ser atendidas, sino a reproducirse de nuevo en futuros no muy lejanos la invisibilidad desdibujada.

Al buscar cómo nos disolvernos, se puede observar la exageración de la inclusión, que así mismo, rompe el sentido de pertenencia, identidad y gregariedad; lo que resulta en la afectación de la transversalidad, haciendo que esta quede tan revuelta que no se pueda determinar.

Una de estas exageraciones, ha sido la provocadora decisión de agregar 2 colores más a la bandera del arcoíris durante la presentación de la campaña “More Color More Pride”, con la justificación de los resultado arrojado por una encuesta realizada por “Pew Research Center”, la cual revelara que 34% de personas de la comunidad LGBTTTIQA encuestadas, se identificó como “no blanco”; luego entonces la agencia de publicidad “Tierney”, junto a su directora ejecutiva, Amber Hikes, de la Oficina de Asuntos LGBTTTI en Filadelfia se encargaran de realizar las modificaciones a la bandera del arcoíris (incluir dichos colores).

Esto ha desatado en las conciencias que estudiamos los fenómenos que se dan dentro de nuestra población sexo-divergente, las reacciones, motivaciones y las justificaciones de este hecho.

Sí, intentamos hacer un mero acercamiento de la retrospectiva de manera hermenéutica de los símbolos y su significado, dicha modificación no tendría validez alguna, toda vez que el surgimiento de la bandera no tiene nada que ver con la simbolización de razas, como si ocurre con la bandera de los juegos olímpicos, que tienen el significado de cada color de los aros con cada una de las razas divididas en continentes, los 5 que conocemos hasta el momento.

Sino que Gilbert Barker a finales de los 70´s creo el símbolo bajo significados universales; en donde el rosa representaba-la sexualidad, el rojo-la vida, el naranja-la salud, el amarillo-el sol, el verde-la naturaleza, el turquesa-la magia, el azul-la paz y el violeta-el espíritu; aunque por problemas de costos en la producción tuvo que adecuar el rosa y el turquesa. Jamás en su conformación simbólica se tomó en cuenta la raza ni el color de la piel, sino que se edificó en temas problematizados, es decir, la sexualidad en sentido libertario, del dogmatismo religioso al revolucionario pragmático científico; de la vida para detener la persecución homofóbica, la salud al abolir la patologización criminalizada de la homosexualidad, el sol para dejar la clandestinidad del closet, el verde como la concepción de la naturaleza alejada de la ideología mística, el turquesa fundido con el azul como magia y paz refiriéndose a la creatividad artística como cliché social y la no violencia en nuestras existencias, y finalmente el espíritu como la valentía de enfrentar a la sociedad heterosexual normalizada, machista, androcéntrico y patriarcal.

Ergo, el contenido que dota de significado la iconografía, en nada se acerca a la cuestión racial, más aun, leído en nuestros tiempos y continuando con el legado Barker, los colores café y negro se encuentran ya ocupados por otros símbolos dentro de la diversidad de la población LGBTTTIQA, tanto por la población de osos como por la leather; mientras tanto, quienes bajo esos colores, han edificado su símbolo identitario que les congrega, sus pendones quedarían sumergidos en una confusión permanente, por tanto hacerlo, agravia a poblaciones dentro del movimiento mismo. En contra posición, ¿por qué no entonces, hacerlo con el simbolismo identitario de las personas Trans, para ser incluidas en la bandera misma?

Otro acercamiento, un tanto más simplista seria de manera cuantitativa toda vez que la muestra no es representativa para poder realizar la modificación, es decir un treinta y tantos por ciento de una ciudad, de un estado, de un país; esto es un tema de carácter global, por ello, no es una representación consistente que justifique dichos cambios.

Lo anterior, nos permite observar una sobre exposición a la inclusión, que yo llamaría “incluyentismo”; este mismo fenómeno abarca integrar a nuestra sopa de letras la “H” de heterosexuales, generando una paradoja en sí misma, debido a que la población heterosexual es la predominante, la cual no ha sufrido temor alguno por serlo, no se ha cuestionado las razones de su ser, y que bajo la lupa de los estudios Queer, el diseño de la vida se ha hecho a su medida, de ahí la heteronormalidad; que significativamente vendrían a ser lo que no somos, en un sistema de mutuos excluyentes, ergo, la sociedad heterosexual representan la mayoría que ha excluido, discriminado, estigmatizado, segregado, estereotipado, perseguido, encarcelado, torturado y exterminado. ¿Cómo puede ser entonces que aquello que nos condena sea parte de lxs condenadxs? Es la razón principal de porque la “H”, no puede pertenecer a la diversidad sexual, como movimiento social contestatario, disidente, crítico y, finalmente divergente.   

La inclusión debe ser bajo los términos y agendas de las poblaciones excluidas. 

Ciudadano Libre
Rodolfo Vitela Melgar

Por a conquista de nuestros derechos.

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