lunes, 17 de julio de 2017

Supremacismo criollo post-racista y la ideología de género.

Si bien, la supremacía se ha forjado en torno a la raza y a las características predominantes que de ella emanan, en atención al excelente aspecto físico de las personas, y sus cualidades supuestamente intrínsecas, dependiendo más de su lugar de origen que la nacionalidad, hoy las cosas se han tornado un tanto diferentes.

La supremacía que atendía a varias características que le daban forma y sustento, han evolucionado, dentro de la apreciación de sus ejes principales, así pues la biológica, la cultural y la moral han sufrido modificaciones sustanciales que redireccionan la ideología del odio y la discriminación.

La primera se encontraba en el estudio y exaltación de una serie de rasgos fenotípicos de las personas, van desde coloración de la piel, cabello, ojos, hasta tamaño de miembros y órganos; la segunda, se encuentra basada en comprender que las tradiciones que generan estos grupos son las más importantes y con mayor significado que las demás prácticas o modos de vida, sus costumbres son las que deben prevalecer, y finalmente la tercera, la moral como resultado de cultivar los conocimientos y el espíritu humano, en torno a una filosofía o creencia determinada, quien enmarca en sí las otras dos características.

Sin embargo, a últimas fechas hemos venido siendo testigos y/o víctimas de los ataques perpetrados por movimientos supremacistas, estos que han cambiado la importancia de las características principales, así pues, la característica sustancial ya no es la biológica, sino que ahora es la moral, basada ya no en filosofías sino en religiones, las cuales general el marco que ha de sustentar las otras dos, por tanto, la biológica ahora atiende a una especie de idea respecto a la naturalización reproductiva, basada en la heterosexualidad piadosa; mientras la cultural atenderá a la continuidad de las tradiciones seculares dogmático-prácticas de los cultos religiosos.

De esta manera, el cambio paradigmático, genera viejas discriminaciones bajo escenarios renovados, es así como, los movimientos que dicen proteger la familia natural; esta que se conforma por un padre, una madre e hijos, han tomado la estafeta del supremacismo y por ende, de todas las demás acciones que con ello conlleva. 

Una de esas acciones se presenta en combatir todas las amenazas que deben de enfrentar las familias “normales” y “naturales” para que continúen como lo dictan los cánones devotos y no desaparezcan; dentro de los desafíos que identifican estos movimientos, se encuentran dos principalmente; el primero, la interrupción legal del embarazo y la segunda el “homosexualismo”.

Su argumento se inventa en la denuncia de la “ideología de género”, ya que esta cuestiona las bases en la que se fundamenta el orden de la estructura social, ese orden donde existe una escala inamovible, de estructura diseñada de quien ocupa el primer lugar, adueñándose de arriba, de la cúspide, localizado en lo más supremo; como fin último y más importante; disponiendo de todos los medios para su conservación. Esta crítica, que tienen alcances en el cuestionamiento centrado en el sometimiento y dominio del hombre sobre la mujer, al mismo tiempo que lo hace sobre todas las demás existencia, entendidas no como iguales. Son los estudios feministas que logran evidenciar la supremacía del hombre.

El segundo, ante el abandono de la “naturalización” de la moralidad beata, que vendría siendo la sustentación de lo “natural” religiosamente concebido, principalmente dentro de los temas de reproducción sexual y el acoplamiento heterosexual, como devenir sublime de complementariedad frente a la post-procreación; así pues, la existencia de estos movimientos, que no son nuevos, se motiva por la amenaza que enfrenta la familia natural a razón de la “ideología de género”, quien ataca con su pensamiento crítico a la “naturaleza del hombre” y al destino manifiesto por nacimiento, y con ello cuestionar al orden sustentado en el poder centrado en el hombre y el acompañamiento secundario, sometido de la mujer.

Pero ¿por qué llamarle “ideología” de género?, ¿por qué amenaza?, sí lo que busca el nuevo pensamiento supremacista, es protección, paz y orden social, entendiendo que la familia es la célula principal que le constituye (a la sociedad).

Darle el talante o estatus de “ideología”, resulta de una decimonónica practica androcéntrica: menoscabar, denostar y demeritar los avances y metas alcanzadas por la otredad; en caso particular las obtenidas por los estudios de género, al ser emparentada con pensamientos que han causado y causan, un grave daño a la humanidad; se utiliza como sinónimo para enmarcar el pensamiento de Hitler, Mussolini, Franco y del Estado Islámico; quienes llevados al mundo de las doctrinas, generan: el nazismo, fascismo e islamismo o islamista; teniendo como clausula pétrea la superioridad tradicionalista enarbolando la costumbre, de esta manera se logra acoplar perfectamente los tres ejes principales del pensamiento supremacista; superioridad biológica, superioridad cultural y superioridad moral concentradas en una religión, que dicho sea de paso nada tienen que ver con la Fe que promueven.

De porque se entiende como una amenaza, es regresar a estudiar el nazismo, quienes buscaban provocar e infundir pánico social, este miedo ante aquello que les puede matar, aniquilar y exterminar. De esta manera, aseguran el éxito para detonar acciones violentas, para defenderse de quien les pueden dar termino a sus existencias, dentro de la fase dinámica del pensamiento supremacista religioso.

Antes quizás, podríamos solamente comprender la ideología política que promueve el dominio social y político de los blancos, sin embargo, existe hoy una post-supremacía centrada en la religión y el hombre de manera hetero-centralizada.

Una especie de supremacía criolla, que traspasa la raza y se sustenta en el hombre, heterosexual, tradicionalista, creyente; que busca mantener una pureza religiosa, bajo la dinámica de realizar constantemente comparaciones, generando un sistema entre pares, quienes serán los que tienen valor en la sociedad supremacista, estas acciones se movilizan en torno a establecer patrones de conducta generalizadas, sean o no ciertas o veraces, resultando en estereotipos de quienes son diferentes; sustraer la esencia de lo que se entienda como características particulares de quienes no son iguales, de tal manera que estos al ser detectados por los supremacistas, puedan ser utilizados como evidencias contundentes de su diferenciación, y finalmente la criminalización a través de diseñar y aplicar castigos ejemplares; ejemplares entendida como la sobre exposición a la violencia extrema de quienes son diferentes, pasando en el proceso por: la segregación social, la persecución, las detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales sumarias masificadas.

Es así, como estos movimientos que van más allá del mantenimiento de las tradiciones, sino de la imposición, de no tener opción alguna a otro pensamiento diferente, generan culturas de odio, teniendo como ángulo central la heterosexualidad como nivel supremo de toda vida humana.

Existen dos corrientes reaccionarias, la primera el modus operandi de auto-victimizarse, exigiendo derechos que no se les han quitado, establecer enemigos subjetivos como es el caso de feministas y personas de la población lésbica, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual e intersexual; realizando actos de provocación social, antecedidos de logros importantes en la conformación de nuevos núcleos familiares, como ha sido el caso del matrimonio igualitario, también se encuentra ante la desclasificación de la homosexualidad como enfermedad mental como lo sucedido en Rusia y que posteriormente, dio paso para generar la ley anti-propaganda gay. Y el segundo, bajo un escenario  aun peor, el de aniquilamiento, como es el caso de Chechenia y algunos países controlados por el Estado Islámico, ambos regímenes son iguales en su fondo, buscan la limpieza religiosa, y por ello tolera, fomenta y participa en purgas homofóbicas, por medio de redadas y campos de concentración o por matanzas de honor.

Hoy nos enfrentamos a una supremacía criolla, basados en doctrinas religiosas, lo que ha resultado en camiones que promueven la discriminación y la cultura del odio en nuestra región iberoamericana, a su paso ya por tres países España, México y Chile, dan cuenta de una reacción tardía de los avances en materia de derechos humanos de las mujeres y de la población LGBTTTI; justificados en un adoctrinamiento cristiano religioso, al parecer mayormente católico y, por su forma de operar refieren al “Yunque”; sin embargo, no hay que dejar ni por un momento, los que pueden provenir de cristianos pentecostales, como son los “gladiadores del altar”, los cuales están patrocinados por la Iglesia Pare de Sufrir en Brasil como un ejército para matar ateos y gays, afirmación realizada por el diputado Jean Wyllys.

En Chile ya comenzaron las amenazas de pinochetistas contra personas defensoras de los derechos humanos e integrantes de la comunidad LGBTTTI, así también en México reportan ya 4 crímenes de odio, los cuales se suscitaron después del pronunciamiento homofóbico de quienes viajan en el autobús de la intolerancia, buscando incluso el derecho a “recuperar la heterosexualidad extraviada de los homosexuales” por medio de terapias de conversión.

Sea pues esto un recordatorio de lo que estamos enfrentando la población LGBTTTI tras la evolución de la ideología supremacista religiosa, esta que es criolla, que tiene sello de origen, y de los sucesos a los cuales nos pueden llevar a Chechenia, la cual está más cerca que nunca.

Ciudadano libre.
Rodolfo Vitela Melgar.

Por la Conquista de Nuestros Derechos.

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