lunes, 2 de noviembre de 2009

Niños de la calle

Gustavo Fondevila
2 Nov. 09

OPINIÓN

Es difícil imaginarse un grado mayor de degradación que la prostitución de menores. Sin embargo, cada tanto nos encontramos con redes de trata y de lenocinio. La PGJDF acaba de desbaratar una banda (14 detenidos) y rescatar a 7 menores víctimas de estos delitos. El hilo va desde los que inician a los chicos en las drogas para hacerlos dependientes, a los que las/os enamoran, a las mujeres que los cuidan y vigilan, a los que buscan clientes y a los encargados de los hoteles que miran para otro lado para tener mayores ganancias. Los efectos psicológicos son sencillamente devastadores para los niños, que jamás logran recuperarse de esa experiencia. En general, aquí hay dos fenómenos que coinciden para provocar el daño: la pobreza y la droga. No siempre van de la mano pero unidas tienen graves consecuencias para la sociedad.

Pero independientemente de este asunto, en la Ciudad de México, es duro ser un niño/a pobre. Se los desaparece en "Casitas del Sur", se los prostituye en la Colonia Buenavista, o sin ir más lejos, se los mata a golpes como hace dos semanas (cuando un niño con retraso mental murió en manos de su madrastra). Y si tienen suerte, terminan en la Central de Abasto del DF (Ceda) o en cualquier obra en construcción, haciendo tareas para las que no están preparados ni tienen edad. No hay escuela para ellos, ni dulces, ni travesuras. En la actualidad, se los puede encontrar en cualquier esquina, vendiendo chicles, limpiando parabrisas o simplemente mendigando. Y lo peor es que en la mayoría de los casos, son los propios padres los que los ponen a trabajar para que descuenten su jornal diario. Ya nos hemos acostumbrado a estos chicos sin infancia que son parte del paisaje urbano y que no sensibilizan o escandalizan a nadie.

Como siempre: a Dios rogando y con el mazo dando. A pesar de las palabras oficiales y los discursos de resguardo y cuidado de los chavos/as de nuestra Ciudad, lo cierto es que las políticas de los últimos años no han sido de protección y prevención sino de represión directa. En línea con las ideas más duras y reaccionarias del populismo represivo, el gobierno de la ciudad se ha ocupado de aquellos que -de acuerdo a las autoridades- ponen en riesgo el espacio público. Para la SSP-DF, los chicos de la calle "afean" nuestra ciudad y la vuelven peligrosa. En una entrevista con Sara Makowski, esta investigadora de la UAM afirma que en las dos últimas gestiones de gobierno, la intervención pública ha estado enfocada a la expulsión de la población callejera sin ninguna medida compensatoria o preventiva. Es por esto que se han dado operativos de desalojo, remisión al MP de jóvenes callejeros "sospechosos", penalización por consumo de droga en vía pública, etc. con el ánimo de amedrentar y expulsar a la población callejera juvenil de los espacios que ocupan en la ciudad (como en el centro histórico, o en Coyoacán). El efecto de estas políticas es desastroso porque solo sirve para empujar a la delincuencia a aquellos niños/as y jóvenes que solamente están en la calle tratando de sobrevivir. En pocas palabras, se los empuja a la droga y las redes de prostitución infantil (entre otras) que tanto "intentamos" perseguir y eliminar. Esas redes ofrecen lo que las redes inexistentes del Estado no hacen. Porque la SSP-DF sólo sirve para correrlos, perseguirlos y ponerlos en peligro. No son la ayuda o el techo amigo donde cobijarse. Son el enemigo que va detrás de ellos, que de por sí, ya tienen suficientes problemas viviendo en las calles sin cuidado ni protección. Y cuando tienen edad suficiente, los mete en la cárcel y salen como delincuentes profesionales.

Esta persecución y estigmatización de la niñez y juventud callejera le hace daño a la Ciudad. Lo que hay que hacer es un diagnóstico del problema, una planificación concreta y la implementación de una solución que integre a niños/as, jóvenes, asociaciones civiles, particulares y Estado para fatraerlos de nuevo a la sociedad para que puedan ser lo que son: niños/as.

Porque lo que tenemos ahora, es una política sin política donde los problemas se solucionan con policías y palos. Metiendo a los niños/as bajo la alfombra y haciendo como que no existen
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http://www.reforma.com/editoriales/justicia/525/1049778/

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