domingo, 12 de agosto de 2007

La paradoja de la triple discriminación

La paradoja de la triple discriminación
Crónica Mujeres indígenas.
El bastón de mando es el principal símbolo de autoridad en los municipios de usos y costumbres, también es el objeto más visible en la oficina de la presidenta. Los beneficios sociales que llegan a las comunidades indígenas son individualizados; sin embargo, el sistema de organización indígena es principalmente colectivoMara Muñoz (12 agosto 2007).- Más de 100 personas que rebasan los 70 años esperan formadas a las afueras del palacio municipal de San Pedro y San Pablo Ayutla. Entre pies descalzos que han caminado horas para llegar, faldas amplias venidas a menos en su múltiple colorido, huaraches que lucen nuevos ante los pies que los calzan, sombreros que dan sombra tardía a rostros cansados y rebozos negros anudados en espiral para guardar las canas largas de decenas de mujeres, aparece la autoridad municipal, Irene Hernández.Irene abriga su torso con un saco café que simula piel de borrego, su falda morada cubre hasta la rodilla, dejando ver sus medias de nylon. Esta mujer mixe ha sido maestra de educación indígena por más de dos décadas. "Como maestros, nos toca ver y trabajar con niños que no almuerzan, que nada más comen una vez al día tortilla de sal con chile. Los maestros la tenemos que hacer de abogados, médicos, gestores", comenta.Irene salió de San Pedro y San Pablo Ayutla a los 7 años gracias a una beca para niñas indígenas que le permitió estudiar en un colegio "para ricos" en Monterrey. Después de 3 años, su familia "la regresó" por temor a que emigrara definitivamente. A los 17 años Irene decidió irse a la capital de Oaxaca para trabajar y pagar sus estudios de preparatoria y escuela normal.En municipios indígenas más del 42 por ciento de las mujeres son analfabetas; en algunas entidades esta proporción rebasa el 60 por ciento; las mujeres indígenas duplican o triplican la proporción de analfabetismo respecto a los hombres indígenas y su proporción llega a ser seis veces mayor comparada con el promedio nacional. Seis de cada 10 mexicanos monolingües son mujeres. "Es de suponer que los ámbitos sociales que determinan la adquisición del español son más reducidos para las mujeres" concluye el estudio "Mujeres Indígenas en México" publicado por el Instituto Nacional de las Mujeres.Según el Consejo Nacional de Población, la generación de las ancianas que aguarda a las afueras del palacio municipal tuvo alrededor de siete hijos. Actualmente, el promedio de hijos entre las mujeres indígenas es de 2.9; Irene es madre soltera de un hijo.Dos horas de viaje entre montañas desde Oaxaca de Juárez, dentro de un carro compacto, en compañía de cinco pasajeros más y música norteña, pueden ser la llave para abrir la puerta de la zona mixe de Oaxaca: el municipio de San Pedro y San Pablo Ayutla. Otra opción para subir entre las montañas de la Sierra Norte y llegar a Ayutla son los autobuses que salen de la central de segunda desde la capital del estado.En el centro de Ayutla la presidencia municipal sólo compite en tamaño con la iglesia; en medio de estas dos construcciones se abre paso el edificio de tres pisos que da cabida a la delegación del gobierno estatal. Oaxaca siempre ha sido gobernada por el Partido Revolucionario Institucional, el gobierno estatal tiene delegaciones en las ocho regiones que conforman el territorio de este estado del suroeste mexicano. En teoría, estas delegaciones tienen como función coordinar administrativa y políticamente las relaciones del gobierno estatal con los municipios autónomos, pero innumerables historias de represión dan muestra de su uso como factor de control político en la entidad.Irene no milita en ningún partido político, fue electa presidenta municipal por el sistema de usos y costumbres. Desde agosto de 1995, una reforma a la Constitución de Oaxaca dio reconocimiento al sistema de gobierno que las comunidades, mayoritariamente indígenas, venían practicando desde el siglo XVI como mecanismo de democracia directa: asambleas comunitarias en que son electas las autoridades municipales. El reconocimiento constitucional al sistema de usos y costumbres se dio en momentos de coyuntura para el movimiento indigenista en México con resonancia a nivel internacional: a la par de los acuerdos de San Andrés Larráinzar en Chiapas, después del levantamiento zapatista de enero 1994.Oaxaca es el estado del país con mayor proporción de población indígena, más del 50 por ciento de sus habitantes; 16 de los aproximadamente 62 pueblos indígenas de México radican en este estado, que es el único que reconoce legalmente el sistema de usos y costumbres a nivel municipal. En la actualidad 418, casi tres cuartas partes, de los 570 municipios de Oaxaca se rigen por usos y costumbres. Antes de la reforma que dio reconocimiento a este sistema, el PRI se adjudicaba el triunfo en estos municipios, aunque no había una contienda entre partidos.En muchos municipios de Oaxaca, las mujeres están excluidas de las asambleas comunitarias.Irene es la primera mujer que funge como presidenta municipal de uno de los 19 municipios del distrito mixe de Oaxaca. Le corresponde entregar por vez primera el Programa de Atención a Adultos Mayores "70 Años y Más" de la Secretaría de Desarrollo Social, que otorga 500 pesos mensuales a los ancianos de comunidades rurales de menos de 2 mil 500 habitantes. El beneficio se entrega bimestralmente, pero en Ayutla ha llegado a los cuatro meses por las condiciones de acceso. Algunos beneficiarios han asistido a la presidencia municipal, tras cuatro horas de caminar veredas, para ser notificados por Telecom, instancia encargada de la entrega de recursos, de que su nombre no aparece en las listas.No obstante que el 4.7 por ciento de la población del distrito mixe es mayor de 65 años, el 82.3 por ciento es menor de 44 años. La región es joven, y Ayutla se encuentra a 123 kilómetros de la capital del estado, dos aspectos que Margarita Dalton, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), considera decisivos para la llegada de más mujeres a cargos de toma de decisiones en municipios indígenas."La división de las funciones de las mujeres por roles sexuales se ve más agudamente en los municipios indígenas. En las comunidades indígenas las mujeres están más aisladas. El reconocimiento de los derechos de la mujer ha sido más lento, por lo retirado que están del resto de la sociedad", comenta Dalton.

El bastón de mando

La mayor parte de los ancianos que esperan para recibir los beneficios del programa Adultos Mayores de 70, son acompañados por mujeres visiblemente más jóvenes, probablemente sus hijas. Toca el turno a un anciano sentado en una silla de madera con ruedas, una joven lo acerca a la mesa de Telecom. Después de que el anciano ha puesto su huella digital en un recibo, la mujer lo conduce hacia una camioneta pick up, un hombre aparece y, juntos, lo levantan de la silla dejando al descubierto el asiento con un agujero del tamaño de una bacinica que seguramente facilita las tareas de limpieza a la familia de este indígena octogenario.Entre el tumulto de ancianos, un hombre y una mujer con pinta de profesionales se abren paso, vienen acompañados de las tres regidoras de salud del ayuntamiento. "Buenos días señora presidenta, somos los coordinadores del programa Oportunidades y acabamos de tener una reunión con las vocales del programa, hicimos varios acuerdos, ¿nos permitiría comentárselos?". Irene los invita a pasar a su oficina, los conduce al segundo y último piso de esta construcción que guarda los poderes municipales.El bastón de mando es el principal símbolo de autoridad en los municipios de usos y costumbres, también es el objeto más visible en la oficina de la presidenta. Envuelto en papel verde, blanco y rojo, está ubicado en un altar a la cabecera del escritorio de la alcaldesa.Irene conoce el significado del poder como servicio que, según varios especialistas de la cultura mixe, define la idiosincrasia de este pueblo. Antes de ser electa presidenta municipal, participó como tesorera dentro del sistema de cargos, que es un espacio de formación permanente de los ciudadanos en el servicio público. Bajo este sistema, los habitantes están obligados a cumplir, sin remuneración alguna, con las tareas formales que el pueblo les asigna en las asambleas comunitarias: la comunidad no permite que los servidores públicos reciban sueldo.En los ayuntamientos de usos y costumbres sólo los profesores o empleados públicos estatales o federales pueden ser comisionados por su empleo anterior para cumplir con algún cargo en su municipio y continuar recibiendo su salario. Los campesinos o aquellas personas que trabajan por su cuenta no tienen remuneración por servir a la comunidad. En San Pedro y San Pablo Ayutla más del 62 por ciento de la población económicamente activa se dedica a actividades del sector primario, como la agricultura, la caza, la pesca y el aprovechamiento forestal.Debido al peso económico que representan los cargos en estos municipios, sólo se otorgan por uno, dos o máximo tres años. Es difícil que alguien se rehúse a cumplir con cargos comunitarios, ya que éstos forman parte de un sistema de prestigio social, y las personas pueden ser penalizadas, por ejemplo, con la privación de la voz y el voto en las asambleas.Irene recibe 3 mil 500 pesos quincenales por su plaza como maestra. Sin embargo, ser presidenta en un municipio por usos y costumbres puede ser muy gravoso, ya que la autoridad debe aportar dinero para las fiestas del pueblo. Irene es cabeza de familia, su madre e hijo dependen de ella; el joven de 20 años ha pospuesto su ingreso a la universidad durante el año en que su madre funge como presidenta municipal.En los municipios por usos y costumbres los cargos son escalonados, así, el servicio puede comenzar como campanero de la iglesia, topil (policías), mayor, síndico, capitán de la banda, mayordomo, hasta llegar a ser secretario, tesorero, regidor o presidente."Es servicio, es servir al pueblo y se sirve así, sin nada", dice la edil.

Los riesgos de ser presidenta

Del lado izquierdo del escritorio de Irene se encuentra la bandera de México, en una vitrina de caoba que revela la riqueza forestal de esta zona. Al lado derecho del respaldo de la silla presidencial pende un largo pergamino enmarcado que enlista los nombres masculinos de presidentes municipales de Ayutla desde 1912. El nombre de Irene, que será el único de mujer, aún no está inscrito en la lista.Según Margarita Dalton, las mujeres que son electas como presidentas municipales en municipios de usos y costumbres enfrentan graves conflictos, no sólo para ser electas, sino para sostenerse en el cargo; muchas son depuestas antes de terminar su periodo. Además, es común que las mujeres que han sido nombradas lleguen al cargo como una alternativa ante conflictos intercomunitarios o interétnicos.En 1986, a los 29 años de edad, Macrina Ocampo fue electa presidenta municipal por usos y costumbres en el municipio de San Juan la Lana. En esos momentos aún no estaba vigente la reforma constitucional que reconocía legalmente este sistema de elección por asambleas comunitarias, y el PRI se adjudicó el triunfo de Macrina. Esta mujer indígena pertenece al pueblo chinanteca. En San Juan la Lana, como en muchos otros municipios indígenas de Oaxaca, las mujeres no están autorizadas para participar en las asambleas comunitarias en donde se eligen autoridades, se discuten las prioridades y problemas de la comunidad."Me entregué a la lucha con mi pueblo al lado de mis compañeros en 1981, lo hice, después de tantos años de ver a mis compañeros perseguidos, por los pistoleros, por guardias blancas de los caciques, huyendo al monte. Entonces me desesperé, porque entonces yo crecí con esa represión, crecí con ese atropello, crecí con esa intimidación. Yo no hablaba nada el español, no podía decir ni una palabra en español", relata Macrina Ocampo, primera presidenta municipal por usos y costumbres en la memoria documental "Presidentas de la Comunalidad" creada por la académica del CIESAS.Los comuneros chinantecos han sostenido por más de tres décadas una lucha para defender sus tierras en contra de "caciques" o pequeños propietarios del vecino estado de Veracruz. Esta región de Oaxaca es una de las más ricas del país. Según relata Macrina, la complicidad entre autoridades gubernamentales de ambos estados y los caciques de la zona fabricó cargos penales a todos los liderazgos masculinos de la comunidad de los chinantecas, inhabilitándolos legalmente para ser electos como autoridades.A pesar de la activa participación de Macrina en los asuntos agrarios de San Juan la Lana, nadie imaginó que una mujer pudiera ser presidenta municipal; Macrina no tenía ningún expediente judicial, ni antecedentes penales. En el 2001, después de fungir como presidenta, Macrina Ocampo fue secuestrada y retenida en prisión acusada de abigeato. Cuarenta y ocho días después fue liberada por falta de pruebas, pero ahora no puede ser electa como autoridad.El caso de Macrina es ilustrativo de los embates que se registran en contra de las mujeres que llegan a ser presidentas municipales en Oaxaca, situación que se agrava en los municipios de usos y costumbres, pero que persiste como característica de las condiciones políticas de la entidad. La hostilidad extrema en el ejercicio del poder inhibe a las mujeres para participar como autoridades, coinciden varios expertos.En la memoria videográfica que recoge Margarita Dalton, se narran historias de obras públicas abandonadas o echadas abajo por ser iniciativa de mujeres que fungieron como presidentas municipales. Se relata la presión del gobierno estatal para obtener las carteras de hacienda, la tesorería o la sindicatura de los ayuntamientos por usos y costumbres: la negativa ha redundado en la desaparición de poderes o en la destitución de las autoridades por parte del Congreso del estado con mayoría priista."Cuando es por partido va proporcional el número de participantes en el ayuntamiento, aquí es por usos y costumbres y el que quedó, quedó", relata la maestra Abigail Morán que gobernó San Pedro y San Pablo Tequistepec entre el 2002 y el 2004, y cuya oposición a la injerencia del gobierno estatal, entonces encabezado por José Murat, le costó la suspensión del cargo por más de un año, tiempo en que se detuvieron las obras municipales.Como esas mujeres, Irene también ha recibido presiones: se le acusa de participar en actividades de apoyo a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). "Yo le he dicho a todos que yo no he hecho campaña. No recorrí comunidades, fui electa libremente. Mi único compromiso es trabajar. Vengo de la lucha sindical desde hace muchos años, pero soy respetuosa de todas las instancias", dice Irene ante las presiones.

La 'ayuda' oficial

En octubre de 2006, Irene fue electa presidenta municipal de Ayutla en una asamblea en que participaron alrededor de 500 personas comuneras. En esa ocasión, la asamblea comunitaria votó de manera insólita, eligiendo a seis mujeres para ocupar los principales cargos del ayuntamiento: presidenta, secretaria, tesorera y tres regidoras, sin contar a las mujeres topiles y suplentes. "Las mujeres se están preparando, lo que exponen en las reuniones son puntos acertados, coherentes. Los hombres cada vez están menos preparados y entregan cuentas deficientes" dice Gildardo López Antonio, regidor de hacienda del municipio de San Pedro y San Pablo Ayutla.Según Margarita Dalton las mujeres que han llegado a gobernar en los municipios de usos y costumbres tienen tres características: perfil profesional, han visto la política en casa a través de algún familiar y liderazgo nato dentro de la comunidad.La puerta de la oficina de Irene permanece abierta todo el tiempo. "Me parece muy bien que estén aquí", comenta la presidenta desde su amplio escritorio de madera a los encargados de Oportunidades. "La autoridad cree que es muy bueno que traigan estos beneficios al municipio, pero es importante que nos ayuden porque la gente ya no quiere cooperar, sólo piensa en recibir. La autoridad les pide que no rompan con nuestro tequio".El tequio es una costumbre de varios pueblos indígenas de México, entre ellos el mixe. Los habitantes de Ayutla son mayoritariamente de origen indígena; en el distrito mixe, uno de tres que conforman la región de la Sierra Norte de Oaxaca, el 70 por ciento de los habitantes habla el ayuuk, lengua de los mixes. El tequio es una forma de trabajo colectivo, voluntario y gratuito que se presta en obras de beneficio comunitario. En esta lógica de participación, los derechos comunitarios se adquieren con base en el cumplimiento de las obligaciones.Los beneficios sociales que llegan a las comunidades indígenas, a través de programas federales y estatales, son individualizados. Sin embargo, el sistema de organización indígena es principalmente colectivo. Irene manifiesta preocupación, pues argumenta que las beneficiarias se limitan a cumplir con su obligaciones individuales, descuidando sus tareas dentro de la comunidad.En el diseño de Oportunidades, el programa social más importante desde hace más de una década en México, las mujeres son quienes reciben el dinero que llega a cada familia a condición de mantener a sus hijos e hijas en la escuela. También, en los hechos, llevan en exclusiva las tareas de participación por recibir los beneficios gubernamentales, ya que una de las "obligaciones del beneficiario" es participar en las tareas comunitarias que determinen los comités.Según varios expertos, el trabajo y la participación de las mujeres indígenas está subregistrado, ya que la mayor parte de sus tareas se consideran "ayuda". Históricamente los hombres han sido nombrados como autoridades dentro de las comunidades. Sin embargo, las mujeres llevan a cabo múltiples tareas implícitas en el sistema de cargos indígena, sin dejar de lado las labores inherentes al rol de madres. Algunas son nombradas en cargos acordes a los roles que se consideran apropiados para una mujer: limpieza comunitaria o el comité de escuela. Otras auxilian a sus esposos cuando han recibido algún nombramiento para realizar las comidas en las fiestas del pueblo o para mantener la siembra mientras ellos cumplen con el cargo."Como se tiene el estereotipo de que las mujeres indígenas no participan en nada, hay una serie de programas que las obligan a participar más", comenta la antropóloga María Cristina Velásquez."En México, el 73 por ciento de la población de 12 años o más económicamente inactiva son mujeres: aunque su desempeño cotidiano es determinante para la reproducción doméstica y comunitaria", concluye el estudio del Inmujeres publicado el año pasado."Muchas mujeres sufren trabajos muy pesados: limpia del campo, traer leña", comenta la presidenta municipal de Ayutla. No obstante, acorde a las costumbres de su pueblo, demanda más participación de las beneficiarias.

Maltrato e ignorancia

Es un día frío, el cielo amenaza con llorar sobre la cabecera municipal de San Pedro y San Pablo Ayutla. Este municipio de poco más de 4 mil habitantes se encuentra en la región alta del distrito mixe, en donde la naturaleza tomó los suelos de forma caprichosa para arrugarlos y crear montañas casi azules.Ayutla lleva en su orografía y nombre el pensamiento dual de lo femenino y masculino, que traza la cosmovisión del pueblo mixe. Está encallada en la Sierra Madre Occidental, pero la religión la nombró en masculino: San Pedro y San Pablo, fundadores de la Iglesia Católica.Este municipio está considerado por el Conapo como de "muy alta marginación". Más del 44 por ciento de la población mayor de 15 años es analfabeta y 35 por ciento de las viviendas carecen de energía eléctrica. Los municipios considerados con predominio indígena o netamente indígenas son de muy alta o alta marginación. En Oaxaca, casi el 50 por ciento del total de la población habita en municipios de alta o muy alta marginación.Según la tradición mixe, y de algunos pueblos mesoamericanos, el mundo se compone de dos partes divididas por una línea horizontal. La parte superior representa macho, calor, cielo, sequía, luz y fuerza; mientras la parte inferior es madre, hembra, frío, inframundo, humedad, oscuridad y debilidad.Más allá de la mitología, la debilidad de lo femenino se difumina en los rostros de carne. Irene se encuentra en pie desde las cinco de la mañana, hora en que la presidencia municipal citó a los ancianos para la entrega de recursos. A las cuatro de la tarde, la jornada de pago continúa. Los encargados de Telecom le informan a otra anciana que no aparece en sus listas. Irene les pide a los funcionarios del servicio de mensajería que "no dejen a la abuelita sin cheque", pero encuentra que las listas que Sedesol proporcionó a Telecom no coinciden con las del ayuntamiento.La presidenta municipal sube a su oficina para buscar resolver la situación de los ancianos que no recibirán el beneficio gubernamental. En el segundo piso del palacio municipal Hermelinda Reyes, secretaria del ayuntamiento, informa a Irene que los vecinos han denunciado a un hombre por golpear a su mujer durante dos días. El presunto delincuente radica en la cabecera municipal y está en estado de ebriedad. La presidenta entra en la oficina de la secretaria del ayuntamiento, toma el micrófono conectado al altavoz de la plaza y llama en ayuuk a los topiles y al síndico del municipio.Irene baja de prisa las escaleras del palacio municipal para intentar, sin éxito, que las personas que provienen de las seis agencias en que se divide Ayutla, no se vayan con las manos vacías.Tras cinco minutos de haber llamado por el altavoz, aparecen tres topiles y el suplente del síndico armados con palos gruesos de madera de los que penden látigos de cuero. Irene les explica la situación y pide que arresten al golpeador. De ser arrestado, acorde a la costumbre, el delincuente pasará una noche en la cárcel municipal.Según el estudio "Mujeres Indígenas en México", en comunidades indígenas el consumo de alcohol se asocia, como ningún otro factor, a la morbilidad y mortalidad por violencia, especialmente contra las mujeres."Las mujeres sufren la represión, la violencia intrafamiliar. Tenemos el problema de la justicia cuando una mujer es violada o es maltratada. Las autoridades nos hemos equivocado y no le hemos dado atención especial a las mujeres", comenta la presidenta municipal.Las creencias que autorizan la discriminación y la violencia contra las mujeres tienen raíces profundas en la educación. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, el 74 por ciento de las mujeres que habla alguna lengua indígena piensa que una buena esposa debe obedecer a su marido. El 30 por ciento de estas mujeres cree que tiene la obligación de tener relaciones sexuales con sus esposos contra su voluntad. Mientras, el 30 por ciento piensa que su cónyuge tiene derecho a pegarle si no cumple con sus obligaciones.En México, estas cifras no son menos alarmantes entre el resto de la población femenina: más del 36 por ciento piensa que una buena esposa debe obedecer; el 9.4 por ciento cree que tiene la obligación de sostener relaciones sexuales con su pareja y casi el 7 por ciento piensa que su marido tiene derecho a pegarle."Cuando una escucha calma un dolor", concluye la presidenta municipal de Ayutla, pueblo mixe.

Múltiple discriminación

Durante la conquista, los mixes de la Sierra Norte de Oaxaca no se rindieron a las armas del Ejército español. Sin embargo, hoy como entonces, existieron factores que han vulnerado la voluntad de resistencia de este pueblo indígena. La religión católica fue el instrumento de conquista en el siglo XVI, hoy día, las tierras del norte de este estado están siendo abandonadas.Según el antropólogo Gustavo Torres Cisneros, autor de estudios sobre los pueblos mixes, la migración en esta zona se ha incrementado debido a factores como el deterioro de las tierras, la presión demográfica, la llegada de maíz transgénico y la caída de los precios del café.Y ha pasado a formar parte de la estadística: el 43 por ciento de los municipios indígenas del país son considerados expulsores de mano de obra.Según María Cristina Velásquez, la migración ha impactado positivamente en el número de mujeres indígenas que participan en cargos públicos tradicionalmente masculinos. "La articulación de la mujer indígena en las estructuras políticas está muy vinculada al sistema de conyugalidad que existe, el cual se ha visto alterado por la migración".Sin embargo, según la antropóloga no existen incentivos gubernamentales para "transformar el inicio de un rol involuntario en un proceso social transformador" que acelere el desarrollo integral de las mujeres indígenas.Los historiadores relatan que la conquista del pueblo mixe fue especialmente cruenta. En ese entonces, las mujeres se negaban a tener hijos como protesta a la represión de su pueblo. Hoy la maternidad de las mixes, como la del resto de las indígenas, es casi penalizada, por la falta de servicios de salud: más del 15 por ciento de las mujeres indígenas son atendidas por parteras. Las principales causas de muerte entre las indígenas de temprana edad están relacionadas a la maternidad, hemorragia durante el embarazo, parto y puerperio. La mortalidad materna es un indicador claro del subdesarrollo, ya que podría abatirse con un mínimo de cuidados durante y después del embarazo.En México, la tasa de mortalidad materna entre las indígenas es del doble respecto al resto de la población femenina.Oaxaca es, así, ejemplo de la paradoja de la triple discriminación que viven las mujeres indígenas en México: la mayor parte de su población es femenina, es indígena y también es la más marginada.Pero los pueblos indígenas que aplican el sistema de usos y costumbres presentan, paradójicamente, mayor resistencia a la participación de las mujeres.Como concluye la investigadora Margarita Dalton: "Resulta sorprendente que quienes han sufrido discriminación por muchos siglos, y han sentido el peso de la opresión autoritaria, sigan discriminando a las mujeres de sus comunidades".

Cifras de la desigualdad

Estudios oficiales revelan la inequidad en los pueblos indígenas

· En México hay 5 millones 189 mil 235 mujeres indígenas.

· Representan el 9.7 por ciento de las mujeres mexicanas y el 50.7 por ciento de la población indígena.

· Una de cada tres mujeres indígenas de 15 años y más es analfabeta.

· Tres de cada cuatro no trabaja en ningún sector formal de la economía.

· La mitad de las que trabajan no recibe sueldo o gana menos de un salario
mínimo al día.
· Las mujeres son cabeza de familia de 16.2 por ciento de los hogares indígenas.

· Seis de cada cuatro hogares indígenas no cuentan con drenaje.

· Ocho de cada 10 hogares no tiene agua entubada dentro de la vivienda.

· En el 65.9 por ciento de los hogares indígenas se cocina aún con leña, carbón o petróleo.

Fuente: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

Enfoque recomienda Para saber más de la situación de las mujeres en las comunidades indígenas se puede consultar:

· Diagnóstico de la discriminación hacia las mujeres indígenas. Coordinado por Paloma Bonfil y Elvira Rosa Martínez. CDI. Contiene obras y testimonios de la discriminación, a nivel colectivo e individual, que sufren las mujeres indígenas en los ámbitos familiar y de pareja. También aporta el análisis de diversos especialistas sobre el tema. ·

La doble mirada: voces e historias de mujeres indígenas latinoamericanas. Coordinado por Martha Sánchez. Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir-UNIFEM. Compilación de ensayos sobre la participación de las mujeres indígenas en los movimientos políticos y sociales de Latinoamérica. Se analizan los casos de México, Bolivia, Ecuador y Perú; se aborda el aporte de este sector de la población a los movimientos de resistencia y autonomía en la región.

· Las mujeres indígenas de México: su contexto socioeconómico, demográfico y de salud. Luz María García et.al. Inmujeres-Conapo-CDI. Panorama integral de las mujeres indígenas que analiza y presenta estadísticas sobre sus características socioeconómicas y su situación demográfica y de salud reproductiva. Además, aborda temas como la discapacidad, el consumo de bebidas alcohólicas en la población indígena y las infecciones de transmisión sexual.
Disponible en línea:
http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100833.pdf

http://www.reforma.com/libre

No hay comentarios.: