miércoles, 26 de diciembre de 2007

Desafío: Historias congeladas

25 Diciembre 2007
Actualizado: 10:15 PM hora de Cd. Juárez
Rafael Loret de Mola

Analista político

Distrito Federal— Sorprende, cuando tanto se insiste en los cambios y las alternancias como sustentos de una democracia bastante falible, el mantenimiento político de algunas de las figuras más controvertidas y con mayores secuelas de escándalos sobre sus hombros. Valga la reflexión en este fin de año cuando igualmente se insiste en la falacia de que la crisis terminó cuando se avizoran desde ahora nuevas tempestades cuyos saldos pudieran ser devastadores. Incluso también en el renglón financiero presentado como el gran blindaje de los regímenes de derecha que dieron inicio durante la gestión de Miguel de la Madrid. Los barruntos partidistas son otra cosa. Hay casos que resultan especialmente patológicos. El de Emilio Gamboa, coordinador de los diputados del PRI –muchos de los cuales desconocen parte de la turbulenta historia del personaje, mencionado una decena de veces en los expedientes de las niñas abusadas por la red de pederastas de Cancún-, o el de Manuel Bartlett Díaz, el gran represor del periodo delamadridiano –cuando fueron asesinados setenta y cuatro periodistas y doscientos sesenta y cinco disidentes políticos-, quienes ahora se presentan, con cinismo estruendoso, en el papel de defensores de los principios republicanos tantas veces hollados por ellos desde el ejercicio del poder. El primero fue el más poderoso de los secretarios privados a lo largo de la hegemonía priísta; el segundo, el titular de Gobernación que prodigó el espionaje y elevó el caudal de sangre. Los dos durante el lapso de Miguel de la Madrid. Mencionábamos en este mismo espacio las extrañas circunstancias que rodearon al secuestro, en 1992, del empresario de la comunicación, Joaquín Vargas Guajardo, precisamente en vísperas de que se designara al candidato del PRI al gobierno de Puebla, una posición que buscaba con ahínco el señor Bartlett aun cuando su origen no era del todo claro pues su padre, Manuel Bartlett Bautista, fue gobernador de Tabasco y debió huir, disfrazado de mujer, cuando los estudiantes coparon Villahermosa. El trauma le quedó al heredero. Pues bien, ninguna pesquisa formal se instrumentó para despejar las sospechas sobre la autoría intelectual del secuestro a pesar de que el único antecedente era el montaje con el cual Vargas se había burlado de Bartlett Díaz luego de que éste le pidió una tregua. Los Vargas, sobre todo Don Joaquín, el padre, no perdonaron al poblano-tabasqueño la actitud soez con la que intentó marginarlos de las empresazas radiodifusoras mientras se mantuvo como amo y señor del Palacio de Bucareli. Y pretendieron cobrarle a Manuel las facturas pendientes negándose a secundar sus afanes de conquista en pos de la gubernatura en disputa. Fue esa razón la que les impulsó a tenderle una trampa en la cafetería “Los Azulejos” del Camino Real, sobre la avenida Mariano Escobedo de la capital del país. Coparon el espacio con cámaras de vídeo, micrófonos ocultos y operadores disfrazados de meseros y garroteros. Bartlett, sin percatarse de ello, habló sin parar y se comprometió de más lanzando acusaciones contra el presidente en ejercicio, Carlos Salinas nada menos, y otros relevantes personajes. Cuando el político atrapado supo del entramado, al recibir sendas fotografías de la reunión con la cinta vídeograbada, montó en cólera y realizó llamadas amenazadoras a los despachos de los dos señores Vargas. Días después ocurrió el secuestro que obligó a las empresas radiofónicas de los Vargas a modificar el contenido editorial de sus noticiarios. ¿Sólo una coincidencia? ésta es únicamente una hebra de la enorme madeja de los valores entendidos que han marcado las historias sucias de los últimos años. De ellas se han aprovechado no pocos chantajistas y vividores que han medrado con la información de manera ruin. Por eso personajes como los mencionados, o como el célebre “rey de la mezclilla”, Kamel Naciff, vinculado con Gamboa desde tiempo atrás, pueden seguir mofándose de su poder y prepotencia con o sin alternancias políticas de por medio. En México, el estado de Derecho depende del humor y los intereses de quienes detentan, detrás de bambalinas, el verdadero poder.

DEBATE

Otra de las historias sin continuidad por razones estrictamente políticas es la relacionada con el todavía influyente e intocable Joseph-Marie Córdoba Montoya, quien fuera la “eminencia gris” durante la administración de Carlos Salinas -1988-94-, y a quien se le vinculó, con no pocos testimonios en la mano, al crimen de Luis Donaldo Colosio en Lomas taurinas, Tijuana, en marzo de 1994. Fueron evidentes las rencillas entre ambos, confirmadas por una sentencia del malogrado abanderado priísta: --Si llego a la Presidencia, Córdoba no sólo no tendrá lugar en mi gabinete, tampoco tendrá sitio en el país. Y Córdoba hizo su parte, preparando al relevo, esto es al doctor Ernesto Zedillo, el gran simulador de la trama y el mayor beneficiario del magnicidio, desde muchos meses antes del bárbaro atentado. No hay casualidades sino hechos sucintos. De allí las interrogantes que afloraron a lo largo de las “fiscalías especiales” fundadas para ganar tiempo y modificar los escenarios. Así ocurrió, por ejemplo, con los legisladores del PRD quienes, en 1997, instrumentaron formal denuncia contra Córdoba Montoya en pleno desarrollo de las campañas proselitistas llamadas “intermedias”, esto es a la mitad del periodo presidencial para renovar a la Cámara baja. Lo más trascendente de aquel periodo era, sin duda, la elección del jefe de gobierno del Distrito Federal, por primera vez en la historia, cargo que disputaban Cuauhtémoc Cárdenas, por el PRD, Alfredo del Mazo, por el PRI, y Carlos Castillo Peraza, por el PAN. El primero y el tercero forcejeaban por la plaza si bien el panista comenzaba a rezagarse a causa de sus impertinencias personales; mientras, el priísta parecía agazapado. En tal circunstancia, Córdoba recurrió al histrionismo calculador. Envalentonado, se querelló contra los legisladores del PRD y contra Cárdenas, cerca ya de las elecciones, y exigió la presentación de pruebas contundentes diciéndose víctima de difamación moral. Bien sabía que un proceso de esta naturaleza inhabilitaría a Cuauhtémoc y evitaría la arribazón perredista al gobierno de la ciudad más compleja del mundo; y ello, por supuesto, inhibió lamentablemente a sus acusadores. El cálculo de Córdoba dio resultado: sus acusadores recularon, o mejor dicho negociaron para no perjudicar al ingeniero Cárdenas ni interrumpir lo que ya se intuía como un paseo triunfal hacia una nueva postulación presidencial. Y nunca más volvieron abrir los expedientes. Círculo cerrado.

EL RETO

Lo que resulta lamentable es que se archiven estas historias comprometedoras y ni siquiera se dé lugar a investigaciones ponderadas y serias sobre las tremendas ramificaciones de los hechos narrados. Más aún cuando los protagonistas continúan medrando a sus anchas, dentro y fuera de la órbita gubernamental, en un verdadero festín, insisto, de valores entendidos y de concertaciones de muy elevado calado. Por eso los amarres entre quienes tienen poderío financiero y la clase política corrompida no se extinguen ni con los sacudimientos electorales más significativos. Allí tienen la ensoberbecida figura del “gober precioso” de Puebla, Mario Marín, y de su dilecto amigo, “el rey de la mezclilla”, insolentes los dos y provocadores, con capacidad para seguir negociando hasta con los dictados de la Suprema Corte de Justicia, contaminado todo la estructura nacional. ¿Cómo puede hablarse de cambio ante tales veleidades? En vísperas del fin de año, relajados los espíritus, bien podríamos todos meditar acerca de cuanto podemos hacer y aportar para combatir la impunidad que sostiene, en primera línea, a los grandes predadores quienes continúan riéndose de nosotros.

http://www.diario.com.mx/nota.php?notaid=05eb343b47c9e1bec290b5eeeee27170

http://www.diario.com.mx/nota.php?notaid=05eb343b47c9e1bec290b5eeeee27170

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