jueves, 19 de abril de 2007

El aborto, el derecho de nacer y el derecho de vivir

Desde cabina
Por: Adela Micha
El aborto, el derecho de nacer y el derecho de vivir

Es hasta el nacimiento de nuestros hijos cuando entendemos cuánto nos quieren nuestros padres. Porque el poder dar vida es privilegio, magia y milagro; no podemos ir en contra de la naturaleza y tampoco poner la vida a debate. El derecho de nacer es el principio de la suprema garantía individual, es el derecho a vivir, es multiplicar el fruto, dar continuidad a la especie humana, es tomarle el pulso a la evolución del hombre. Y, sin embargo, para vivir o para morir, el aborto existe. Es una decisión de vida o muerte. De vida, cuando la mujer corre peligro de morir por un embarazo en riesgo, independientemente de que el hijo sea o no deseado; de muerte, cuando la mujer desesperada recurre al aborto, porque se sabe sin ningún apoyo, ni del hombre que se dice engañada ni de la familia.

El hecho real, fuera de cualquier argumento, a favor o en contra, es que, repito, el aborto existe. Es realidad, dramática, desesperada, decisión última, de vida o muerte para una mujer que se sabe atrapada, en su peor pesadilla, sin apoyo y sustento para criar al hijo, una mujer que se sabe incapaz de poder dar posibilidad de desarrollo a quien, sabe, habrá de querer más que a nadie. Y a esta realidad de seres humanos, vivos, y a esta decisión de ser libres, se nos anteponen las leyes. Lo que se hace legalmente y lo que no. Y es ahí donde el aborto es polémica, debate, controversia.

¿Quién debe decidir si el aborto tiene que ser despenalizado después de la décimo segunda o luego de la décimo cuarta semana de gestación? ¿Y si es un día antes o un día después, se está siendo justo? Más aún, está mal aplicado el término despenalizar el aborto, porque se seguirá castigando después de determinada semana de gestación. Pero, además, en aquellos países donde, así se dice, se ha despenalizado el aborto, no se ha reducido el número de ellos, pero sí significativamente el índice de mortalidad materna. Por eso se entiende que hay muchos a favor de despenalizar hasta determinada semana de la gestación, cuando se supone que el corazón de la criatura no ha empezado a latir.

En España, por ejemplo, los abortos legales en la era de Felipe González fueron 359 mil y, en la de José María Aznar, 511 mil. En Polonia pasaron de 159 mil a 168 mil. En Estados Unidos el aumento en número de abortos, en 30 años, de 1967 a 1997, fue de dos mil 632 por ciento. Pero, además, en la última década, en 15 países se han aprobado leyes que legalizan el aborto y siempre bajo el mismo argumento: que las condiciones de legalidad permitan a la mujer que, desesperada, recurra al aborto, no exponga su vida. Cada año, unas 20 millones de mujeres en todo el mundo se exponen al aborto en condiciones de riesgo y, de ellas, 700 mil quedan con una lesión o una discapacidad. Y el hecho es que eliminar barreras jurídicas al aborto puede salvar la vida. Pero también en aquellas naciones donde se ha penalizado, lo antes permitido, ha bajado tanto el número como la tasa de abortos. Por eso lo candente de la polémica, porque hay razón en quienes están a favor y en quienes están en contra.

Y yo he visto los anuncios de Chespirito, pero también los de la niña Paulina, que fue madre. Y la balanza se inclina cuando pienso en la vida de la mujer, cuando estamos hablando de muertes que pueden ser prevenibles. Y es la vida que ya se vive, la que importa. Y es el derecho a nacer, el derecho a vivir el que importa, siempre que lo que esté a la puerta sea justamente eso, vivir. En un país con un desarrollo detenido, con niveles reconocidos de pobreza, las mujeres no pueden, y no deben, seguir pensando en la vieja consigna de la abuela: "tener todos los hijos que Dios te dé".

El 24 de abril, se espera que sea en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal la votación sobre la despenalización del aborto... ¿y, sabe qué?... muchos de quienes dicen que están por la vida, ya lanzaron amenazas de muerte contra diputados que, en su libre albedrío, se han pronunciado a favor de la llamada despenalización del aborto. Lo más civilizado en este tema polémico es que la tolerancia permita que lo expresado en el voto sea la democracia.
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