martes, 13 de mayo de 2008

El hombre que jamás escuchó

Por: RAÚL COLÍN MAGAÑA
Publicado el: 2008-05-13
"Quien sólo se mira a sí mismo, no puede tener amigos" Santos Vergara Badillo


Para algunas personas, el escuchar críticas a sus acciones, es un insulto, un desafío, una ofensa. Hacer oídos sordos a la crítica es cerrarse a mejorar, a obtener un punto de vista diferente, del cual, quizás podamos aprender.Cuando un ser humano se cierra a escuchar todo aquello que está en contra de sus conceptos, de facto, se convierte en esclavo de sus ideas, en prisionero de su intolerancia y en rey de su soberbia.A lo largo de la historia del mundo, se pueden encontrar innumerables casos en donde la persona que deja de tener la sensibilidad de escuchar, pierde credibilidad, liderazgo y a fin de cuentas se condena al fracaso.En nuestro entorno cercano, ya sea en el ambiente político, empresarial o social, vemos que gran número de nuestros problemas se generan por la falta de acuerdos, de diálogo y por permitir que impere la intolerancia, que es el marco mental, la raíz de donde brotan actitudes sociales, políticas, económicas o culturales, y conductas que perjudican a grupos o personas, dificultando las relaciones humanas. Se podría, en consecuencia, definir a la intolerancia como todo comportamiento, forma de expresión o actitud, que viola o denigra los derechos del prójimo, o invita a violarlos o negarlos.Los grandes conflictos, que han cambiado la historia de la humanidad, pudieron haberse resuelto cuando apenas nacían, desafortunadamente, en algún momento, una de las partes, optó por cerrarse al diálogo e impuso su fuerza sobre las ideas, cancelando con ello la oportunidad de llegar a acuerdos, que permitieran que el resultado fuese mejor.Vivimos en una sociedad que requiere acuerdos, alianzas, diálogo, y sobre todo congruencia, ejemplos de intolerancia podemos mencionar muchos, desde la toma de las Cámaras de Diputados y Senadores por el Frente Amplio Progresista ante la propuesta de la Reforma Energética, hasta el proceso electoral de Coparmex en Cancún, ambos, ejemplos de la incapacidad de dialogar, respetar la ley y la voluntad de la mayoría.Hermanas de la intolerancia son la discriminación y la mentira, la primera tiene tintes cómicos, cuando una persona en defensa de sus intereses, señala quien tiene y quien no, autorización para dar su opinión, y de acuerdo a su conveniencia indica quien posee esta facultad, esgrimiendo, si los argumentos de su contraparte no son de su agrado, que no se puede opinar porque se es pobre, funcionario público, de credo diferente o simplemente porque le parece que no se tiene derecho a opinar.Culpar a otros de nuestros errores, es escapar de la realidad, manipular la verdad, mentir, es fiel reflejo de una marcada falta de conciencia, no se trata de obtener todo lo que queremos, se trata de lograrlo de una manera lícita y justa. En este sentido, es fundamental que exista tranquilidad en la conciencia de quienes desperdiciando la oportunidad de ejercer el bien común, han preferido buscar el bien propio, de quienes en vez de esgrimir la verdad, han preferido mentir, manipular y actuar ilegalmente.La conciencia es la única herramienta que nos permite darnos cuenta del bien y del mal, los seres humanos vivimos en diferentes grados de conciencia, sólo aquellos que al ver a los ojos a sus seres queridos, no sientan un enorme remordimiento por su actuación, por su soberbia, por su falta de respeto a los valores más esenciales son los que necesitan desarrollarse más en este aspecto.Es así como los inconscientes pueden conciliar el sueño, descansar y dar gracias a la vida, al universo y a Dios, al fin de una jornada, a pesar de haber actuado en contrasentido a la verdad y a la justicia.
Se, por experiencia, lo que es equivocarse, lo que es lidiar con nuestro máximo juez: la conciencia, y se también, de la maravilla que es el perdón, enmendar el rumbo y tratar de transitar por esta vida sin dañar a nadie.Ojalá que en un espacio interno de reflexión, asumiendo con humildad las críticas y las voces contrarias, quienes hoy se cierran al diálogo, sean capaces de reconocer que no siempre se tiene la razón, y que al final, el tiempo pone a cada quien en su lugar.
http://www.novenet.com.mx/voces.php?id=103712&d=13&m=05&y=2008

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