lunes, 15 de octubre de 2007

La Primera Piedra...

La primera piedra
Por Ximena Peredo

Norma Leticia, de 18 años, con 13 semanas de embarazo, aceptó usar dos pastillas para provocarse un aborto en casa. Las complicaciones llegaron seis horas después con un sangrado y malestares que alarmaron a su madrastra, quien llamó a la ambulancia. EL NORTE publicó ayer que su estado de salud era delicado. La joven se encuentra en calidad de detenida y a disposición del Ministerio Público; es muy probable que sea encerrada en el Penal del Topo Chico hasta por un año. ¿Es esto justo?, ¿es moralmente sostenible?

Muchas normas jurídicas, como lastres, nos mantienen sumidos en un rigor y en un abuso del castigo que entorpece la solidaridad y el ejercicio del humanismo. Una de estas reglas arcaicas es la que pretende recluir a Norma Leticia en prisión. Usando únicamente el ojo legal para enjuiciarla, es decir, basándonos en el artículo 328 del Código Penal del Estado de Nuevo León, y suponiendo que efectivamente haya decidido abortar voluntariamente, la joven tendría que pagar una pena de entre seis meses a un año de prisión.

Sin embargo, usando también el ojo humanista, daríamos cuenta del contexto de Norma Leticia -18 años, madre soltera de una niña, abandonada por su pareja, temerosa a una reprimenda de su padre- y reconoceríamos al aborto como un problema social y de salud pública. ¿Cómo vamos a meter a la cárcel a esta mujer? ¿Por qué vamos a castigarla?, ¿por su entorno social?, ¿por su pésima formación sexual?, ¿por el abandono de su pareja?, ¿por ser mujer y no querer ser madre?Dentro de los estándares actuales de convivencia social, la tragedia del otro nos es ajena. Ninguna mujer quiere abortar; nadie quiere pasar por trago tan doloroso física y espiritualmente. Quien lo hace está en una situación de desesperanza que debiera, a todos, hacernos reaccionar.

La semana pasada, dos mujeres abandonaron a sus bebés. Las televisoras locales, erigiéndose como máximas autoridades morales, las señalaron con su dedo acusador; les lanzaron vituperios desde sus micrófonos, y llamaron acaloradamente al escarnio público. No se dijo nada, sin embargo, sobre el paradero de aquellos padres desaparecidos. Nadie se refirió a la miseria como agente antisocial y deshumanizante. El problema se redujo a la existencia de esas dos mujeres y no a un entorno que facilita el abandono de menores.

Norma Leticia no debería pisar la cárcel, en principio, porque no creo que merezca un castigo; pero, además, porque al hacerlo, de ninguna manera saldrá fortalecida, sino todo lo contrario. El sistema penitenciario local no motiva a la rehabilitación social, antes bien, humilla sistemáticamente a las prisioneras hasta dejarlas sin voz para denunciar los actos denigrantes a los que son sometidas. La cárcel debiera ser una excepción para casos extraordinarios. Lo que se experimenta adentro es la pérdida de la vitalidad, no de la libertad. Las personas salen de ahí con más rencores, más antisociales y temerosas. ¿Qué pasará con Norma Leticia si el juez o la jueza decide encarcelarla?

El caso resulta paradigmático. Subraya que aunque ilegales y penalizados, los abortos continúan sucediendo porque la desesperación que muchas mujeres experimentan es mayor que el temor a ser encarceladas. Señala también el alto riesgo que conlleva un aborto clandestino, así como el contexto de desesperación en el que sucede y que lo convierte más que en un delito con una responsable, en un problema social del que todos formamos parte.Y, finalmente, nos plantea la pregunta más importante: ¿cuál es la vigencia moral de la sanción al aborto?, ¿creemos todavía que una mujer que interrumpe su embarazo es una delincuente que merece padecer la cárcel?

Ojalá que el juez o la jueza que reciba este caso lo ubique con sus aristas y lo analice integralmente, para no dar lectura parca al Código Penal al dictar sentencia. Más que sanciones y castigos, la realidad violenta y deshumanizada exige de nosotros salir de este laberinto de egoísmos y asumir una postura siempre en favor de la humanidad.
Más que lanzarnos piedras unos a otros, necesitamos construir un refugio para todos y todas.
ximenaperedo@yahoo.com.mx
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Fecha de publicación: 15 Oct. 07

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