viernes, 6 de marzo de 2009

Reconocen venta de mujeres en Oaxaca

En Oaxaca las indígenas están expuestas a la trata.
Los casos no están documentados porque no hay denuncias

Felipe Calderón no ha promulgado el reglamento contra la trata de personas

En Oaxaca, las autoridades reconocieron que sí existe la venta de mujeres, quienes trabajan como sirvientas, y admiten que muchas de ellas son engañadas ya que les ofrecen un empleo y acaban prostituyéndose en el extranjero.
Tras la alerta que hizo Pablo Navarrete, coordinador de Asuntos Jurídicos de Inmujeres —quien aseguró hay familias millonarias que viajan a comunidades indígenas a comprar niñas— la encargada del Instituto de la Mujer en Oaxaca, Norma Reyes Terán, reconoció que la mayoría de los casos existen, pero no están documentados porque no hay una denuncia, ni una red de información veraz y eficiente.
“Particularmente porque la federación se ha negado a promulgar el reglamento de la ley federal para combatir la trata de personas o la esclavitud contemporánea, que forma parte de los acuerdos y tratados internacionales que México se comprometió a respetar ante el mundo para atender el fenómeno.
“Sin justificar nuestros problemas, creo que fue irresponsable la apreciación del jurídico de Imujeres, que lejos de hacer declaraciones mediáticas para levantar una cortina de humo, mejor debería de ejercer presión para obligar al presidente Felipe Calderón a cumplir con su responsabilidad”.
En lo que respecta al caso Oaxaca, Reyes Terán aseguró que a pesar de los rezagos legales se ha avanzado sustancialmente en la lucha contra los abusos cometidos contra de las mujeres.
Se refirió al trabajo alcanzado para tener una ley que sanciona el rapto como un delito grave, como una medida para desalentar aquellas personas que violentan los derechos de las mujeres indígenas.
También se avanzó para gozar de una ley estatal de acceso a una vida libre de violencia y se tipificó el trata de personas como parte de una violencia de género.
Una más fue alcanzar la paridad presupuestal de género en los recursos de que asignan a los diferentes programas, y la creación de una única instancia de género en el Poder Judicial.
Señaló que Oaxaca tiene también una ley de avanzada, pero ante la falta de un reglamento federal, no se puede hacer nada porque no hay recursos para crear los instrumentos de lucha.
Para Norma Reyes, Oaxaca sigue siendo un estado de machistas, pues no hay leyes que reglamenten aún la doble jornada laboral, aquella que se desarrolla en centros de trabajo y la otra la que evoluciona al seno del hogar, que no es reconocida ni estimulada.

Ya investigan el caso

••• El Instituto de las Mujeres informó que en breve darán información precisa sobre la compra de niñas indígenas por parte de familias adineradas, para realizar labores de servicio doméstico en condición de esclavitud.
“Es una investigación que se encuentra en proceso. No tenemos resultados puntuales que podamos advertir”, dijo la secretaria ejecutiva de Inmujeres, Liliana Rojero, durante una conferencia de prensa en la representación de la ONU en México.
Rojero explicó que ya iniciaron la investigación sobre el caso detectado en el Distrito Federal, donde una mujer de la alta sociedad se ufanó de haber resuelto su problema doméstico, comprando en Oaxaca una niña que le costó 11 mil pesos.
“Para nosotros es muy relevante el tema y lo estamos investigando a fondo. Pronto estaremos dando información más precisa al respecto”, manifestó.

(México • Blanca Valadez)
Oaxaca • Óscar Rodríguez

http://impreso.milenio.com/node/8540844

“Lo hacen porque no tenemos otro destino”

Historias:En la región Triqui las mujeres tienen precio; Felipa admite que sus abuelos la vendieron a un hombre mayor por 7 mil pesos
Felipa tiene 26 años, es originaria del poblado indígena de Guadalupe Tilapa —que se localiza en el corazón de la emblemática región Triqui—, donde la vida vale muy poco, y donde muchos son los que mueren asesinados en medio de los odios raciales y disputas jamás entendidas.
Ella apenas habla español, vive acompañada de la miseria y, sin pudor, admite haber sido vendida por sus abuelos en 7 mil pesos a un hombre viejo que se dijo su esposo y que murió en una emboscada.
“Es por costumbre, lo hacen porque no tenemos otro destino”, lo cuenta desenfadada, la mujer que ataviada en un viejo jorongo rojo deshilachado reconoce que tener novio en su pueblo está más que prohibido.
“O te vas con el hombre, o te quedas en el campo o vas a la frontera de mojada”.
¿A sí nomás, las venden como cualquier cosa y tú aceptas?
“Mis abuelos lo deciden y nosotras tenemos que acatar, no podemos desobederlos. Al principio es difícil, depende de quién te toque, a mí el hombre que me compró fue bueno, platicamos mucho antes de que tuviéramos hijos y decidiera salir de mi rancho”.
A otras les va peor, pues las golpean y se las llevan lejos, ya no vuelven a ver a sus padres.
En su dicho, la venta de mujeres triquis ocurre lo mismo en Guadalupe Tilapa que en la Agencia municipal del Rastrojo y La Sabana, cerca de San Juan Copala.
Los precios son varios, según la edad, el color de la piel o de los ojos, hasta si tiene cicatrices o conoce de deberes domésticos.
El precio más alto oscila en los 30 mil pesos y aquí depende de la extirpe, pues la hija del tatamandón sólo puede ser vendida si hay un alto precio de por medio.
Sin embargo, para Felipa, la triqui que fue vendida en 7 mil pesos, es un orgullo salir del pueblo a quedarse a vestir santos.
Actualmente, junto con su tia, doña Lupe, se dedica a pizcar plátano, obtiene 200 pesos por caja en el mercado de Putla de Guerrero, donde llega a venderlo, junto con algunas otras cosas, ropa que teje y hierbas para el dolor.
En Guadalupe Tilapa, el pueblo oriundo de Felipa, las mujeres mueren por enfermedades comunes, algunas por tuberculosis, otras por cólera, y si no de parto.
Por ello es que son esterilizadas por las brigadas de salud que acuden mensualmente a dicha localidad.
“En un principio los doctores llegaban y las operaban, hoy nos dan pura pastilla o inyecciones”.
Felipa acudió a la ciudad de Oaxaca, tras viajar hacinada en una camioneta de redilas poco más de tres horas y media, para exigir justicia.
Hace casi un mes fueron asesinadas dos mujeres triques, Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, sus cadáveres no aparecen y se temen que hayan sido mutilados o quemados.
Las mujeres que exigen castigo conocen a los responsables; sin embargo, piden al gobierno hacer valer el estado de derecho en la región, pues los asesinos andan sueltos y siguen cobrado vidas.
La zona triqui es un zona sin ley, un pueblo donde la vida no vale nada y el gobierno no tiene poder ni es reconocido.
Óscar Rodríguez

http://impreso.milenio.com/node/8540845

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