lunes, 26 de noviembre de 2007

MUXES LA CARA DEL RESPETO A LA DIFERENCIA

EL UNIVERSALMéxico
TEMA: MUXES DE OAXACA

Adoración de muxes, ejemplo de tolerancia
CINTHYA SÁNCHEZ

Son el orgullo de Juchitán. En su tradicional fiesta, ellos se convierten en 'reinas' y son admiradas por el pueblo
cinthya.sánchez@eluniversal.com.mx
JUCHITÁN, Oax.—Por una sola noche al año se transformarán en reinas. Estuvieron a dieta meses antes para lucir sus vestidos, hicieron pruebas de peinado y maquillaje. Ensayaron sus pasos con tacones número 10 soñaron ser la mejor "vestida" del desfile. La fecha llegó y la Vela, fiesta tradicional oaxaqueña, es dedicada a ellos, a los muxes, varones que asumen roles femeninos en la comunidad, y que desde ahora serán "ellas".
Unas horas antes, en el radio suena "Nena" de Miguel Bosé. Ahí está Tul, con sus 16 años y su cara de niña, recortando moldes de hule espuma que le servirán de senos copa B. En el sillón de junto y pintándose las uñas, Thalía, la próxima reina 2007. Más adelante, en la misma sala, Gema, la modista del grupo, con sus tubos en la cabeza y sus shorts de futbolista, detalla los atuendos, mientras Viniza mira el talle de su vestido en el maniquí y se pregunta si le quedará. Son muxes y se autodenominan "Las intrépidas buscadoras del peligro".
Es su noche. Durante la Vela serán admiradas, observadas, fotografiadas, aplaudidas y hasta "viboreadas" por sus compañeras muxes. El nivel de competencia es alto, por eso guardan en secreto el color de su vestido. Esconden sus pelucas y no revelan si llevarán el pelo suelto o recogido.
La fila para entrar a la Vela le da la vuelta a la calle. Están formados los de falda corta y top, los de vestidos transparentes, los de peluca, los de pelo corto y los vestidos de tehuana, los jóvenes, los viejos. Los acompañan sus padres, sus madres, sus hermanos. Los gays del pueblo que decidieron ir de pantalón negro y guayabera blanca y también los heterosexuales curiosos que orgullosamente les piden fotos como si se tratara de alguna celebridad.
Todos los hombres llegan con un cartón de cerveza y las mujeres con una cooperación voluntaria por no llegar con las manos vacías, dinero que se usará para pagar a los músicos y el salón de fiestas. Aunque este año, Gema es la mayordomo, es decir, la que paga gran parte de la Vela, lo hace por ganarse el prestigio entre las "intrépidas" y porque pretende que esta fiesta sea mejor que las 30 anteriores.
En cuanto las muxes entran al salón la orquesta comienza con los primeros acordes. Los hombres se acercan hasta ellas y las sacan a bailar. Las más lucidoras no se sientan en toda la noche. Con sus dos ampolletitas de Corona en la mano observan a los presentes, sonríen y se menean al ritmo de sones sobre sus tacones altos.
Viniza trae su vestido rojo con corsé en lentejuela. Mide 1.80 metros, tiene ojos falsamente azules y tez blanca. Junto con Thalía, la coronada reina de la noche, es de las más fotografiadas.
"Me copié el modelito de la protagonista de la telenovela Pasión", dice. Su peluca es de chinos largos, igual a la de la verdadera Thalía. Sus pechos son dos pantaletas de su sobrinita, una rosa y una azul. Esta noche bailará vestida de sirena, cual quinceañera, con todo y chambelanes stripers. La coronarán las "intrépidas" y su papá la ha seguido hasta el salón de fiestas atrás de la banda de guerra. Le habla en zapoteco y ella traduce: "dice que parezco princesa". Juntos han recorrido el pueblo saludando a los curiosos que salen de sus casas a admirar a la nueva reina.
Viniza es la más popular. "Hola, Viniza", "¡Qué bonita te ves, Viniza!", escucha de sus vecinos y de las mujeres del pueblo. Para ellos no es raro verlo vestido de mujer pues todos los días porta traje típico aunque la Vela es especial porque esta noche pasó de tehuana a modelo de revista.
Viniza dice no considerarse gay sino muxe, palabra zapoteca que en español significa mujer. "Somos muxes y las muxes existen desde hace años en Juchitán. Somos un orgullo para nuestras familias, para el pueblo. Aquí y en cualquier lado yo no soy homosexual sino muxe y ese es un concepto más avanzado", dice.
Lo muxe va más allá de lucir en tacones en una fiesta. Lo dicen sus padres que les toman fotos orgullosos, sus hermanos y tíos que los acompañan durante el desfile por las calles del pueblo, sus madres que se sienten bendecidas por San Vicente, santo patrón de Juchitán, por tener un hijo homosexual que se quedará a cuidarla hasta que muera.
Festejan su Vela oaxaqueña todos los noviembres, desde hace 31 años. Las puertas se abren para todo el pueblo, para los pueblos vecinos, para los homosexuales, tranvestís, lesbianas, transgénero, heterosexuales, niños, jóvenes, viejos. Cualquier persona del país o del mundo es bienvenido si trae su cartón de cerveza o su limosna. Eso sí, los que lucen ese día sólo son las muxes, son las únicas que portan vestidos de noche, el resto de las mujeres deben ir de tehuanas.
El desfile es a las 12 en punto. Cada una de las "intrépidas" recorre el salón. La gente les aplaude. Algunas avientan dulces. Todas las muxes desfilan en diagonal y miran hacia el frente. Sonríen y ondean su mano cual reinas de belleza. Las luces los siguen hasta el templete donde coronarán a Thalía. Después del baile y la corona la fiesta sigue hasta las seis de la mañana. "De aquí no nos vamos hasta que ligamos algo", dice Thalía.
Para todas las muxes, Juchitán es el mejor lugar para vivir como mujeres. Dicen que San Vicente, santo patrón de Juchitán, viajaba por todo el país con tres costales llenos de granos que iba repartiendo. En uno portaba los granos masculinos, en otro los femeninos y un tercero combinados. "En Juchitán se le rompió el tercer costal", dice Viniza, muxe de la vida.
"Por eso Juchitán es el mejor lugar para vivir como muxe, aquí somos felices y respetadas", dicen. Por eso en la calle les aplauden cuando desfilan y en la Vela la gente les hace la noche más feliz del año.

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